Jornada particular

Jose A. Ponte Far VIÉNDOLAS PASAR

FERROL CIUDAD

24 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El sábado pasado viví una experiencia docente que a lo largo de mi trayectoria profesional nunca había experimentado: explicar a un numeroso grupo de profesores de literatura las claves de la novelística de Torrente Ballester, recorriendo la ciudad y los lugares que han pasado a su obra literaria. En algún momento me acordé de la escuela Peripatética que creó en su tiempo Aristóteles, en la que se hablaba de filosofía mientras paseaban distendidamente por un jardín amplio y amable. El caso es que un grupo de profesores de toda Galicia, organizados en torno al Centro Autonómico del Profesorado, ubicado en Santiago, se acercaron hasta Ferrol para conocer de forma directa la ciudad donde nació y vivió varios años de su vida Gonzalo Torrente Ballester. Realmente, es una forma eficaz y al mismo tiempo amena de aprender, porque en estos Roteiros centrados en escritores se combina inteligentemente el conocimiento de la vida y obra de un escritor con la parte lúdica de viajar y pasar el día en una ciudad que seguramente conocemos poco y mal. Porque una de las principales sorpresas que se llevaron nuestros visitantes docentes fue descubrir una ciudad amable, con unas calles geométricas y armónicas que invitan al paseo tranquilo y plácido. Agradecieron la atención que el alcalde y algunos de sus concejales y funcionarios les dedicaron al recibirlos en el Ayuntamiento en una mañana de sábado, más propicia para estar en casa descansando. Pero así se hace ciudad. Y aquí conviene recordar que estas rutas literarias tienen un punto de interés añadido para muchos visitantes, por lo que hay que incorporarlas a los atractivos turísticos de la ciudad.

En cuanto a la tarea de hablarles de la relación de Torrente con Ferrol, además de cómoda, me resultó muy grata. Todos los asistentes a esta jornada turística-académica venían muy bien instruidos en el tema. Cada uno disponía de un Cuaderno elaborado entre todos con textos explicativos de los lugares que habían tenido importancia en la vida de Torrente, acompañados con fragmentos de las obras en las que el escritor habla de ellos. Conocían, pues, sobre el papel lugares y circunstancias de sus vivencias en la ciudad, por lo cual las explicaciones resultaban más fáciles y, además, eran escuchadas por todos con el interés del profesor, no con la indiferencia del estudiante de bachillerato. Ya lo decía el rey Alfonso X, el Sabio: «para que la Enseñanza sea eficaz solo hace falta un profesor que sepa y quiera explicar, y unos alumnos que quieran aprender». Y a pesar de tantos locales cerrados, les impresionaron las calles rectas y largas, las plazas simétricas, los edificios modernistas, los pisos con dos galerías o costureros con sus maineles… Confirmaron que desde los jardines de Herrera se puede contemplar el «único paisaje industrial que me parece hermoso», según dejó escrito el propio Torrente; que siguen en pie sus magnolios, protegiendo la estatua de Jorge Juan, el artífice de la ciudad geométrica y de su elegante y sobrio Arsenal. Echaron en falta la presencia de los marinos que Torrente siempre mencionaba, y que, según él, daban colorido y prestancia a sus calles. Los tiempos son otros, les digo, y así como la ciudad acusó mucho su ausencia, hoy en día los dos puertos, Navantia y el Arsenal siguen haciendo de Ferrol un referente marítimo muy importante en el mundo. La jornada valió la pena. Además, muchos de estos profesores prometieron volver, ahora con sus alumnos.