Verdades del barquero

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

FERROL CIUDAD

27 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Un fracaso estrepitoso en la gestión está en lo más atractivo de la ciudad, el puerto. Edificios singulares, Aduanas y la que fue en su día Comandancia de Marina, están en total abandono y cuya titularidad estatal guarda un silencio ominoso. Estos dos edificios camino de convertirse en ruinas ilustres ocuparon grandeza y servidumbre al puerto y a la ciudad, y ahora están ahí para sufrimiento de muchos ferrolanos que no se explican el estado del barrio más histórico. Desde hace años, las autoridades no se preocupan por este lugar, en el que en cualquier momento pueden aparecer okupas, a los que seguirán los desahucios y, como muchos piensan que son una violación sistemática de los Derechos Humanos, ya la tendremos montada. Hacienda -que también tiene un edificio abandonado en la calle Magdalena- tiene el juramento de hacer cumplir la Ley. Suele ser implacable y, a veces, cruel con pequeños infractores, pero en este caso opta por dejar correr, hasta que de uno de esos edificios caiga un cascote y golpee a un viandante. Entonces el músculo callejero se levantará para multiplicar su efecto e intentar acorralar ante la opinión pública a los «responsables», pues con situaciones como estas no vale decir «los ferrolanos son el problema», si alguna vez se dijo. Y lo peor es la degradación de un patrimonio con inmenso calado urbanístico y que nadie aborda. Y hay más casos, pero no quiero que se congele el turismo, aunque para esta ciudad no es la gallina de los huevos de oro, a pesar de los miles de extranjeros que llegan por mar. Y que cuando atraca un trasatlántico se comportan como si vinieran a una fiesta de cumpleaños, y es que están en Ferrol. Luego se les cae el alma al suelo al ver que una parte hermosa del puerto está abandonada. Alguno abogaría por una beneficencia cosmopolita para la rehabilitación de estos edificios que reciben toda la brisa de la ría y ni con eso se obra el milagro de multiplicar visitantes y peregrinos. Pese a ello, la situación obliga a ser cautos, porque hay nuevas autoridades, pero es bueno subrayar las lagunas que en urbanismo tiene este barrio, donde los gatos empiezan a ser tigres.