Afectados por el apagón en Ferrol: «La lavadora ardía y funcionaba abierta»

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

Lorena González y Juan Carlos Marín resultaron doblemente damnificados, tras sufrir daños por averías en su restaurante y en su casa por el problema eléctrico que se originó en la plaza de Armas

19 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la restitución del suministro eléctrico, tocaba recuento de daños, con la mirada puesta en las indemnizaciones de los seguros. El balance dejó un largo reguero de incidencias que compartían entre sí los afectados a pie de calle. A una vecina de la calle Real le ardió la cocina recién puesta. En varias oficinas, los ordenadores. Y numerososo comercios vieron ayer alterada su actividad: desde la joyería que no podía abrir sus puertas porque la falta de electricidad impedía levantar la persiana de seguridad a quienes se veían obligados a llamar por teléfono a la central cada vez que un cliente quería pagar con tarjeta. Aún hubo situaciones peores, como la de quienes sufrieron la pérdida de género y tuvieron que cancelar las reservas para cenas que tenían para ayer. Es el caso de Lorena González y Juan Carlos Marín, que abrieron hace dos años el restaurante Las siete mesas. Sufrieron doblemente los estragos del apagón: como vecinos y como hosteleros. Abajo, la cava de la vinoteca y la nevera de cervezas y otras bebidas, estropeadas. También el frigorífico donde guardaban carne y pescado fresco. Los enchufes de la cocina sin funcionar. Y por tanto, ni Thermomix, ni batidora ni ningún otro aparato eléctrico. «No puedo cocinar», lamentaba Juan Carlos.

Microondas «fundido»

La lista de elementos a reponer aumentaba escaleras arriba, en su vivienda: televisión, microondas, nevera, luces... «Todo lo que estaba en on se estropeó», añadía Lorena, que relataba una sorprendente escena: «La lavadora ardió y se veía humo. Fue surrealista: tenía la puerta abierta y estaba funcionando. Y el microondas se fundió». El problema estalló a medianoche. Literalmente. «Hubo una subida de tensión tremenda y de repente estalló el enchufe, ¡plas!», recuerda. Entonces, bajaron los fusibles y arrancaron todos los cables. Y cuenta que pasaron la noche en vela, asustados y buscando de dónde procedía el olor a quemado que lo inundaba todo. «A perro flaco todo se nos vuelve en contra», señalaba Marín, con escasas expectativas de una pronta resolución: «Para la Navidad del año que viene igual se cobra», ironizó.

En la perpendicular calle del Carmen la Perfumería Ana hacía también inventario de daños: lámparas, halógenos, TPV, ordenadores, caja registradora, radio, alarma, router, videocámaras... «Saltaron los automáticos de noche. De noche vino la subida esa de tensión y tiró todo abajo», explica Luis Guerreiro, que tuvo que acudir de madrugada «por seguridad» a su negocio, después de que se agotasen las baterías de las cámaras y alertado por la central de alarmas. «Quise subir los automáticos y saltaban enseguida. Vino el electricista y dijo que estaba entrando a 400, que no conectase nada. Y como yo, todos alrededor», apuntó.