Las postales de Ferrol se resisten a morir

Iago Codesido, B.C. FERROL

FERROL CIUDAD

REBECA LÓPEZ

Los turistas extranjeros son los más asiduos a un recuerdo que pide a gritos una renovación urgente

04 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Conexión a Internet, algo menos de diez euros, y la voluntad de afrontar una espera de entre cuatro y siete días laborables. Es todo lo que se necesita para conseguir un flamante «palo selfie» con el que retratar, a partes iguales, lo pintoresco del viaje y la egolatría mal disimulada de la era influencer.

Por ello, resulta cuanto menos sorprendente comprobar que las viejas postales existen todavía. Al menos por el momento, siguen respirando en estancos y pequeñas tiendas de recuerdos, que las mantienen girando en expositores metálicos para deleite de los turistas a la antigua.

Aunque en ningún caso suponen un gran negocio, los comerciantes de Ferrol que las ofrecen no se entregan al derrotismo. En el estanco de la calle María explican que las ventas -«no muchas», eso sí- se concentran en verano y Semana Santa, es decir, cuando más turistas recibe la ciudad. La situación en otros establecimientos tabaqueros de la zona más emblemática de Ferrol es paralela. «Casi todas se las vendemos a turistas extranjeros que llegan en cruceros», señala el encargado de la administración de la calle Magdalena. En Canido, sin embargo, reconocen que «desde hace muchos años» ni siquiera las ofrecen. 

Estampas descatalogadas

En la Central Librera de la calle Real también venden estos recuerdos, para los que reconocen una demanda fuerte que podría ser mayor. «El problema está en la oferta, que es muy limitada», explica la dependienta. Los modelos ofrecidos son escasos y muchas de las imágenes servirían más a modo de documento histórico que de recuerdo de un viaje. «Tenemos que avisar a los compradores antes de que las vean para que no se asusten», explica mientras pasa las hojas con las fotografías. En muchas de ellas el nombre de la ciudad se acompaña con el artículo del que se desprendió en 1983. En una se puede ver incluso la plaza de España antes de que fuese peatonalizada. En el centro, el caudillo vigila todavía a los transeúntes a lomos de un caballo.

En la calle Dolores, la otra Central Librera renovó su colección hace dos años con estampas de la ciudad de un fotógrafo ferrolano. «No se venden más que las de siempre», reconocen, con cierta sorpresa. Anacrónicas y descoloridas, las viejas postales resisten el paso de los años en las tiendas de recuerdos de Ferrol.