Los negocios del entorno de Armas acusan ya un bajón de las ventas

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

El vallado de obra merma la afluencia de vehículos y complica el paso de peatones

04 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los titulares de negocios ubicados en el entorno de Armas y en las calles que confluyen en esa plaza aseguran que desde que se instalaron las vallas acotando el espacio para las obras de reforma del recinto han experimentando un descenso de las ventas. Y temen que la situación empeore cuando comiencen los trabajos de demolición de la actual estructura, a causa del ruido y del trasiego de camiones con los escombros que no se utilicen para el relleno, teniendo en cuenta que ya hay quejas por las molestias generadas por una bomba de achique que está funcionando desde hace varios días en la entrada del párking.

El principal problema radica, según los dueños de los establecimientos, en que, al estrecharse la calzada en las calles Tierra y Rubalcava se han eliminado las plazas de estacionamiento de un lado y también la posibilidad de dejar el coche en doble fila un instante para recoger algún encargo, una medida que reconocen que no es la correcta pero que se utilizaba bastante porque el ancho de la calzada lo permitía sin interferir en la circulación.

Un obstáculo

Pero es que el vallado de Armas, que solo ha dejado un estrecho pasillo para acceder al Concello desde la calle Rubalcava y una acera y parte de la calzada de la Real, también ha mermado la afluencia de viandantes al centro. «El peatón sabe que hay un obstáculo y ya no viene a esta zona, que ya llevaba un tiempo deprimida», manifiesta Telmo del Río Cambeses, titular de la farmacia de la esquina de Rubalcava con Galiano, añadiendo que en su caso las ventas bajaron un 10 %.

Elma Santiago, responsable de la tienda de cosméticos ubicada en la esquina de Real y Rubalcava, también percibe la bajada de ventas, aunque en su caso, al tratarse de una franquicia con mucho márketing, la mayoría de los clientes «vienen a propósito por las ofertas». No obstante, señala que «llegan protestando por tener que dar vueltas, porque no se puede cruzar la plaza y porque hay menos aparcamiento. En definitiva, que el que lo puede evitar ya no viene al centro».

En la óptica situada en la esquina de Real y Rubalcava también se percibe un descenso de clientes. «Hay menos afluencia y la gente se queja de la falta de espacio para aparcar», apunta la directora de la tienda, María Núñez, y espera que «esto se solucione pronto y no ocurra como con la plaza de España».

En el despacho de pan ubicado en la esquina de Tierra con Dolores se consideran afortunados, porque las vallas no les quedan justo enfrente, pero también se ven afectados en las ventas, apuntando que lo notan sobre todo los fines de semana, «porque antes bajaban con los niños a jugar a la plaza y aprovechaban para llevar el pan».

Sin estar pegados a la obra, otros negocios próximos se quejan, asimismo, del descenso de clientes. Es el caso del establecimiento Joya 36, situado en la calle Real, cuyo propietario, David Salido Fernández, asegura que lo comenzaron a notar en agosto, con el cierre del párking de Armas, y ahora con el vallado, más. «Al saber que esto está cortado, la gente de fuera ya no viene y los que lo hacen, como algunos de mis clientes, vienen a propósito y se quejan por no tener dónde aparcar», apostilla.

Los hosteleros

En cuanto a los hosteleros, la gerente de la asociación, Luisa Barro, apunta que una parte está «muy enfadada» con el Concello por la reforma de la plaza, mientras que otra dice que no le afecta el vallado, pero que quiere que se acabe cuanto antes.