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Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

18 may 2019 . Actualizado a las 00:01 h.

De Ferrol se dice, y pocas cosas hay más ciertas, que es una ciudad en la que se canta muy bien. Cosa que, por lo que cuentan quienes han estudiado las raíces de esa tradición tan bella, ya tuvo su origen en el siglo XIX, que fue cuando al parecer comenzó a extenderse la costumbre de reunirse para cantar, generalmente a coro, tanto en locales públicos como por los calles. Una costumbre que, si bien se piensa, es una de las más hermosas formas que existen de proclamar la alegría de vivir. Y no dejo de preguntarme si la pasión por cantar tendrá alguna relación, a su vez, con el hecho de que, más allá de lo estrictamente musical, en Ferrol haya tanta gente que posee una voz extraordinaria. Una de esas voces que hacen que también resplandezca ese otro gran arte que es el de la conversación. A mí me parece que una ciudad en la que se canta no solo para ser feliz, sino para transmitir esa felicidad a todos cuantos quieran compartirla, y en la que además se mantiene vivo el amor por el diálogo (ese diálogo al que tanto ayudan, convirtiéndolo a menudo en tertulia, las mesas de mármol y el buen café), siempre es, y siempre será, una gran ciudad. Y una ciudad literaria, en la que la pasión por la ciencia jamás le dará la espalda a la imaginación. Ferrol es un lugar para la tolerancia, una ciudad para el entendimiento. Pienso (son solo algunos ejemplos) en Seoane Iglesias, en Pepe Anca, en Araceli Torres, en Carlos Vidal, en Julia Uceda, en Gildo Franco, en África Otero, en Ponte, en Esperanza Piñeiro... y en tantos y tantos otros, cuyos nombres ya no caben en esta columna, pero sí en mi corazón. Pienso en todos ustedes, meus amigos. Qué inmenso privilegio es, siempre, poderlos escuchar.