Ferrol celebra el Lunes de Pascua en la romería de Chamorro

FERROL CIUDAD

La capilla de Nosa Señora do Nordés reúne, desde las primeras luces del día, a romeros llegados de toda Galicia

22 abr 2019 . Actualizado a las 21:55 h.

Por más que se conozca el lugar, en Chamorro siempre sucede lo mismo: que uno, y aun estando no muy lejos del mar, tiene la impresión de que se encuentra más cerca que nunca del cielo. La cumbre del monte en la que se asienta la capilla de Nosa Señora do Nordés es un enclave mágico. Lo es ahora y lo ha sido siempre. Y ya lo era, sin duda, mucho antes de que se cristianizase el monte, cuando los primitivos habitantes de estas tierras dejaron su huella en las piedras que están casi al pie del templo. Pero lo cierto es que cada Lunes de Pascua, cuando se celebra la romería de Nosa Señora do Nordés, la relación entre dos mundos muy distintos, entre lo que vemos y lo que solo podemos intuir, se hace, incluso, más intensa. En realidad, es como, si en el día que sigue al Domingo de Resurrección, en el de la romería de Chamorro, mil manos invisibles tendiesen un puente que va desde nuestro mundo hasta el misterio.

El caso es que la capilla vuelve a llenarse hoy, y que una auténtica multitud abarrota el templo. No es sencillo, en medio de un río de romeros, acercarse a la imagen de la Virgen, de Nosa Señora do Nordés, que a casi todos no ha hecho favores, ya sean más grandes o más pequeños.. Devotos de todas las edades han querido traer a lo alto del monte, hasta donde termina la cuesta (llegando al menos hasta la puerta de la capilla) sus ofrendas, todas hechas de cera. Ofrendas que son, en su mayor parte, velas cuya llama parece iluminar a la vez nuestro lado de la realidad y el desconocido reino de aquellos que ya han marchado para siempre. Pero además de velas también hay, como de costumbre, exvotos (hechos igualmente de cera, pero sin llama alguna que los queme), que vienen a ser, como nadie ignora, figuras que representan las distintas partes del cuerpo, y a veces el cuerpo entero. Cada una de esas figuras, como las propias velas y como también los cirios, es una petición de ayuda o una muestra de agradecimiento. En cualquier caso, un mensaje que se quiere enviar al cielo.