Pasos bajo tierra que ahuyentan a los peatones

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

La inseguridad, el abandono y la falta de mantenimiento de los atajos subterráneos disuaden a los viandantes de su uso

21 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Son pasos amplios, seguros y directos, a salvo de atropellos y llamados a facilitar la vida de los peatones. Discurren bajo tierra para burlar los carriles del tráfico rodado y recortar así la distancia del día a día a pie. Sin embargo, la realidad aleja la teoría de la práctica. El estado de abandono en que se encuentran sumidos disuaden a los peatones de utilizarlos. Y en muchos casos, prefieren dar un rodeo que atravesar unos pasadizos que inspiran poca confianza.

Bajo la avenida de As Pías se sitúan dos de estos pasos subterráneos. El primero, situado cerca del monumento de Porta Nova, conecta el parque Pablo Iglesias de Esteiro con la calle Santa Comba, en el barrio de Ultramar. Adentrarse en él pone a prueba fobias y pituitaria. La oscuridad es prácticamente total, incluso a plena luz del día, cuando los usuarios deben dejarse guiar por el débil resplandor que llega desde las dos entradas, pero que apaga la curva de en medio. Otro sentido también da la señal de alerta. El fuerte olor a orines espanta al viandante. Y al encender la linterna del móvil, el panorama no mejora con la luz: el pasillo se muestra sucio, con el suelo inestable y con baches y plagado de basura. Y las paredes que lo flanquean están llenas de pintadas. «Da miedo», resume la presidenta de la asociación de vecinos de Ultramar, Natalia Ares. Como ella, muchos vecinos evitan cruzar por ahí, aunque eso suponga tener que dar un rodeo hasta la calle Nueva de Caranza. O cruzar en superficie por Porta Nova.

JOSE PARDO

Quienes tienen menos alternativa son los pasajeros de los autobuses que van a A Coruña o Santiago que utilizan la parada a la altura de Caranza. Un paso subterráneo sirve para evitar tener que cruzar en superficie y poder salir hacia O Bertón y A Gándara. Pero tampoco es plato de gusto: a la suciedad, la deficiente iluminación y la inseguridad se suman las filtraciones de lluvia y la acumulación de agua, que forma grandes charcos difíciles de sortear.

Reclamaciones sin respuesta

La asociación de vecinos de Caranza lleva meses aguardando por una respuesta que no llega para su arreglo. La entidad ha puesto en conocimiento del gobierno local la situación. Y ante las dudas sobre las competencias, también ha escrito a Demarcación de Carreteras pidiendo que se repongan las luces, plafones antivandálicos y otras reparaciones, de momento, sin éxito.

JOSE PARDO

Más corto y transitado que los anteriores es el paso que conecta la carretera de Catabois con el hospital Arquitecto Marcide, ahora CHUF. Una zona descubierta precede a un túnel recto, también lleno de pintadas y poco recomendable cuando se va la luz del día. Lo utilizan quienes prefieren dejar el coche en la carretera de Catabois para acudir a las consultas o quienes van a ellas a pie desde ese barrio. Pero también residentes del CAMF y de los distintos centros formativos existentes en Leixa. Una barandilla está dispuesta a modo de pasamanos, pero su situación sobre una zanja para recoger la lluvia, pero llena de basura, no ofrece la seguridad ni la limpieza suficiente para que los usuarios se atrevan a agarrarlo.