«Antes en Ferrol vivían más la ciudad y ahora se obedece a los partidos»

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

Manuel Vázquez destaca el «espíritu de convivencia» de los inicios de la democracia

07 abr 2019 . Actualizado a las 21:06 h.

Llegó a Ferrol en el primer mandato de la democracia y regresó, para quedarse, tras un intervalo de cuatro años en la Xunta de Galicia. Manuel Vázquez Méndez (Agolada, 1940) fue testigo directo, como interventor general del Concello, de los cambios experimentados en Ferrol a lo largo de treinta años. Ahora, disfrutando de una muy activa jubilación integrado en colectivos culturales y sociales, vuelve la vista atrás y valora las primeras corporaciones, en las que la política no pesaba tanto como en la actualidad.

-Iba para sacerdote, pero acabó siendo interventor, ¿a qué fue debido ese cambio?

-Entré en el seminario a los 10 años y a los 19 lo dejé, porque eso no era lo mío. Me había licenciado en Filosofía en la Universidad de Comillas y al salir convalidé los estudios en la Universidad de Santiago. Me presenté a las oposiciones a la Administración local y mi primer destino fue Oza de los Ríos, después estuve en O Irixo y en Allariz, donde viví el nacimiento del Bloque ourensano, volví a opositar para interventor de ayuntamientos de primera categoría, y así llegué a Ferrol.

-¿Qué se encontró en aquella época en esta ciudad?

-Era el primer mandato de la democracia, con Jaime Quintanilla Martínez de alcalde y con concejales como Celestino Llano y Fernando Miramontes. Los vi muy abiertos y con ganas de hacer cosas nuevas, y me sentí muy a gusto, por eso me quedé en Ferrol.

-Pero también fue interventor general en la Xunta de Galicia, ¿cómo fue esa experiencia?

-Entré en la Xunta en el 87, con el gobierno tripartito de González Laxe, y estuve hasta el 91, cuando ya había entrado Manuel Fraga. También fue una etapa muy buena, porque había entusiasmo y aires de modernidad. Allí conocí a Feijoo y a Carlos Negreira, los primeros funcionarios que entraron en la Xunta, porque los otros venían de los organismos absorbidos. Los dos fueron para la Consellería de Economía, Carlos como secretario técnico y Feijoo como asesor jurídico.

-Y regresó a Ferrol.

-Si, en el 91 y aquí estuve hasta que me jubilé en el 2010.

-¿Por qué Ferrol?

-Me encantó el estilo de vida de aquí; porque es una ciudad con un ambiente cultural bueno y una forma de entender la vida bonita.

-Tendrá múltiples anécdotas, ¿alguna que recuerde especialmente?

-Hay una bastante curiosa con Celestino Llano. Desde la muerte de Franco hasta que se celebraron las primeras elecciones hubo una gran parálisis y el Ayuntamiento de Ferrol estaba en una situación crítica, hasta el punto de que no pudo abonar la nómina entera al personal. Para solventar el problema se pidió una operación de tesorería de 120 millones de pesetas a la Caja de Ahorros de Ferrol. Ante la imposibilidad de devolver el dinero de forma inmediata por falta de recursos, se decidió convertir esa deuda en préstamo a plazos, pero el Ministerio de la Gobernación no lo autorizaba. Celestino Llano decidió ir a Madrid y me llamó. Fuimos a la sede del PSOE, que estaba en Santa Engracia, y después al ministerio, y, ante la persistencia de la negativa, Celestino se puso en huelga en la puerta hasta que autorizasen el cambio a préstamo, que al final logró. Después incluso nos prestaron más dinero, con el que se construyó el pabellón de A Malata, que fue la primera obra de la etapa democrática.

-¿Cómo ve el Concello de Ferrol ahora?

-No sigo la vida interna, pero creo que falta el espíritu de convivencia que hubo en la primera época. Recuerdo que en la etapa de Quintanilla hubo un acto de hermandad con las Fuerzas Armadas y le dieron la organización a Arsenio Fernández de Mesa, que estaba en la oposición. Hubo otro momento duro con una huelga de Astano, cuando tiraron por las escaleras a Quintanilla, y Fernández de Mesa salió en su defensa. Entonces se vivía más la ciudad, mientras que ahora se obedece a los partidos.