El peluquero que se formó entre grandes

Álvaro Alonso Filgueira
ÁLVARO ALONSO FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

cesar toimil

Fran Santiago, dueño de El Fénix, aprendió de Llongueras y de Ramiro, encargado de la selección de fútbol

05 dic 2018 . Actualizado a las 13:02 h.

Apenas era un recién nacido, pero ya rondaba por el nuevo local de El Fénix, el actual, ubicado en la plaza del Callao. Su padre, Luis, fue el fundador en 1950 del negocio que ahora Fran Santiago López (Ferrol, 50 años) regenta junto a su hermano. «Se podría decir que desde pequeñito estuve viviendo en una peluquería, prácticamente desde que nací, y lo quieras o no, acabas impregnado de esto por todos los lados», cuenta el experimentado peluquero, que suma 32 años con las tijeras entre los dedos.

Su padre fue durante un buen tiempo el presidente de la asociación gallega de peluqueros, así que de niño lo acompañaba adonde podía y ahí ya empezó a conocer a mucha gente del sector. «Siempre me gustó muchísimo el mundo de la moda y esa afición la fui transformando en peluquería, que era lo más parecido que tenía a mano», añade sobre sus inicios. Acababa de cumplir la mayoría de edad cuando su progenitor lo envió para formarse a los mejores sitios que pudo. Y todavía hoy se nutre de aquella etapa tan importante.

Aunque pasó por decenas de cursos, hubo dos que se le quedaron grabados en la memoria. El primero, en Oviedo, con Ramiro Fernández, conocido sobre todo por ser el peluquero de la selección española de fútbol. «Me acogió allí como a un hijo y estuve más de un año con él. A pesar de que tenía tiempo libre, no me separaba de él y gracias a eso también me hice muy amigo de todos los que le rodean», rememora. Ramiro continúa teniendo una peluquería psicoestética en la capital asturiana, con una colección artística y de fotos con personajes famosos inigualable. «Es imposible olvidarse de un salón tan peculiar», valora Fran. A continuación, su tren de aprendizaje paró en Barcelona, donde se formó junto a Lluís Llongueras, lo que le valió para empaparse de otro tipo de estilo.

El ferrolano conservó, sobre todo, una lección: «Estoy convencido de que todos los cortes de pelo que hago se pueden mejorar. Nunca me quedo satisfecho. Y el que crea que el trabajo que hace no puede ser mejor, puede darse por acabado».

Gracias a ello, El Fénix «es casi como un club de clientes». «Creo que mantenemos una línea en la que intentamos hacer las cosas bien. Y seguimos creciendo. A pesar de la crisis, cada día tenemos más clientes. No sé por qué, pero funciona. Es una clientela de la que te sientes muy orgulloso, te sientes a gusto y cómodo de trabajar con ella. Nunca hay ningún problema», resalta. Mientras, sobre la eclosión de las barber shop, considera que ellos llevan afeitando y arreglando la barba a hombres toda la vida, «cosa que hace diez años no hacía casi nadie aquí». «Nosotros somos de toda la vida. No quiero decir con esto que no haya grandes profesionales, pero hay mucho márketing. Y esto, está claro, es una profesión manual. O sabes, o no sabes», concluye Fran.