«Me había resignado a ser adjunta toda la vida cuando logré esta farmacia»

Bea Abelairas
Bea Abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Es la única ferrolana que recogió una insignia del Colegio de Farmacéuticos de la provincia, que acredita una carrera que comenzó a trabajar en Ortigueira

02 dic 2018 . Actualizado a las 20:43 h.

María José Moar (Ortigueira, 53 años) es feliz en su farmacia. Por eso no le cuesta quedarse hasta tarde para adelantar papeleo, hacer pedidos y unos controles que cuando tiene abierto al público no puede acometer, porque le gusta escuchar a la gente sin prisas: «Aquí estoy sola, solo tengo a una chica en prácticas y las tareas de gestión se han multiplicado», cuenta la única farmacéutica de Ferrolterra, Eume y Ortegal que recogió una insignia de plata en el último acto del Colegio de Farmacéuticos.

-Un reconocimiento a 25 años en la farmacia, ¿se acordaba o la llamaron desde el colegio?

-¡No me acordaba! Me avisaron, pero es que los primeros 25 años colegiada, en la farmacia, se me han pasado rapidísimo. En la fiesta posterior a la entrega veía a las nuevas generaciones y no me lo podía creer, me parecían tan jóvenes, como mis hijos, supongo que como me veían a mí cuando empecé a trabajar después de terminar la carrera.

-¿Cómo fue?

-Cuando terminé trabajé en Puente Mera, en Ortigueira, como yo soy de la zona pues estaba allí de adjunta y así pasaron 18 o 19 años. Sucedió que me casé y vivía en Ferrol, así que me pasé casi dos décadas yendo y viniendo todos los días. Ahora pienso en todo lo que hice, cuando tenía a los niños pequeños, de un lado para otro con ellos y eso que tenía la casa de mis padres en Espasante... La verdad es que no sé cómo lo conseguí, porque fueron años bien duros.

-¿Cómo fue el salto de adjunta a propietaria de una farmacia?

-Después de Ortigueira aún trabajé en otra en Ferrol y durante mucho tiempo estuve tanteando la posibilidad de tener la mía propia, pero tengo que reconocer que casi me desanimo, porque yo soy de una familia humilde y es muy difícil acceder. Ya casi había perdido la esperanza, porque no quería seguir haciéndome ilusiones en vano. Me había resignado a ser adjunta toda la vida y entonces apareció la posibilidad de quedarme con esta de San Pedro, que me encanta. Estoy feliz, porque es muy especial, con un público mixto, aquí se detiene mucha gente de paso, porque esta carretera tiene mucho tránsito y la farmacia tiene aparcamiento. Me satisface mucho cuando veo que esta gente vuelve de nuevo. Y después tengo a mucha gente de la zona rural, con los que puedes ganarte su confianza, aprenderte sus nombres y cuando lo haces ves que a ellos les gusta mucho, sobre todo si son mayores.

-¿Cambia el trato cuando se es propietaria?

-La verdad es que sí, porque como adjunta siempre estás más cohibida. Yo he llorado mucho, he pensando: ’Eso no se debe hacer así’, pero ahora estoy feliz en mi farmacia. Le tengo que dedicar muchas horas, pero me gusta mucho porque creo que ha quedado un espacio muy acogedor. Lo que peor llevo son las gestiones, vengo los domingos y me quedo después de cerrar.

-¿Qué es lo más divertido?

-El trato con la gente, que te tengan confianza y te cuenten cosas. A veces vienen con problemas para los tienes que convencer de que vayan inmediatamente al médico, como cuando les mides el azúcar y está disparado; otras les ofreces una solución a una herida pequeña y, sin embargo, no les sirve. Formular también es muy divertido, pero la ley pide ahora unos requisitos y un laboratorio que no podría asumir. Así que las encargo a otros compañeros que lo tienen.