Navantia inundó parte de dos fragatas noruegas para probar que eran estancas

Beatriz García Couce
Beatriz Couce FERROL

FERROL CIUDAD

José Pardo

El astillero ferrolano realizó las evaluaciones durante la fabricación de los barcos. Noruega admite que, de momento, no tiene evidencias clara de la responsabilidad de Navantia en el hundimiento y descarta por ahora tomar medidas

30 nov 2018 . Actualizado a las 19:45 h.

La Comisión que investiga el accidente de la fragata noruega Helge Ingstad, en aguas cercanas a Bergen después de colisionar con un petrolero en una terminal portuaria, ha emitido un informe en el que apunta a posibles fallos de diseño que podrían haber afectado a la estanqueidad del buque, que fue fabricado en el astillero ferrolano. La factoría militar pública construyó en la década de los 2000 cinco fragatas para la Armada del país, basadas en las F-100 españolas, pero de un tamaño menor. Pese a ser algo completamente excepcional en programas de este tipo, Navantia Ferrol llevó a cabo en esos buques pruebas reales de estanqueidad -y no simulaciones- que certificaron la idoneidad de los navíos. «Fueron espectaculares», recuerda Raquel Abeledo, que en el 2006 trabajaba en la ciudad en la empresa Fluidmecánica, contratada por Navantia para realizar tareas de apoyo a esas pruebas. Las recuerda bien porque consistieron en la inundación, con miles de litros de agua, de la cámara del engranaje reductor, una de las partes que componen la cámara de máquinas del buque.

Las operaciones de llenado, de comprobación que no había filtraciones al resto y de achique del agua utilizada se prolongaron durante muchas horas, pero certificaron la estanqueidad del buque. En estos trabajos estuvieron implicados decenas de trabajadores, tanto de la plantilla directa de Navantia como de las firmas auxiliares, y contaron también con representantes de la Marina de Noruega.

En la segunda y en la tercera

Las primeras pruebas se llevaron a cabo en la segunda fragata de la serie, bautizada como Roald Amundsen, y posteriormente volvieron a repetirse en la tercera, la Otto Sverdrup. Por eso, después de conocerse las sospechas que ha extendido la comisión de investigación de Noruega sobre la calidad de los buques fabricados en Ferrol, la indignación había calado en gran parte de la plantilla del astillero. Los investigadores, que han basado su informe únicamente en los testimonios de los tripulantes, ya que la cuarta fragata de la serie permanece prácticamente hundida desde el pasado día 13, sostienen que, tras el choque, el buque se llenó muy rápido de agua y apunta a un posible error crítico de diseño.

Ese extremo fue negado el pasado jueves por Navantia, que afirmó que el diseño cumple con todas las certificaciones y, en concreto, satisface las condiciones de inundación requeridas por la reglamentación aplicables a buques militares. Además, desde distintos ámbitos de la industria marítima se ha insistido también en que el diseño de todos los buques que construye Navantia es inspeccionado y validado por una sociedad de clasificación. En este caso tuvo que ser recepcionado también por la Defensa noruega.

Aunque las veladas acusaciones han sido realizadas por los miembros de la Comisión de Investigación de Accidentes de Transporte noruega, la Armada noruega se apresuró a matizarlas, al pedir que no se tomen conclusiones apresuradas de un informe que es preliminar.

Noruega no se plantea reclamar por ahora

La primera ministra noruega, Erna Solberg, ha intentado este viernes apaciguar los ánimos al posponer una posible reclamación económica a Navantia y, por extensión, a España, al ser el astillero una empresa pública del grupo SEPI. «No hay nada claro sobre esto ahora mismo», confesó la dirigente nórdica. «Hay que analizarlo jurídicamente y dejamos abierto si la petición de una compensación puede ser una cuestión en el futuro».

Solberg explicó que, antes de pensar en plantear exigencias a Navantia, es necesario que los expertos dictaminen dónde se produjo el fallo y que el Ministerio de Defensa analice las cláusulas y especificaciones del contrato firmado con los astilleros.

Como consecuencia de la colisión, que se produjo al confundir la tripulación de la fragata las luces del petrolero con las de la terminal portuaria en donde se encontraban, el casco presentó un boquete de 47 metros de largo. Posteriormente, y en esas circunstancias, los remolcadores empujaron el buque hasta hacerlo encallar en tierra, pero la marea lo devolvió al mar. Después, las sujeciones con las que lo habían anclado se rompieron. Así se hundió. El siniestro causó ocho heridos leves entre los 136 tripulantes del buque.