«En la moción de censura a Couce Doce me costó mucho aguantar el tirón»

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Manuel Sánchez Hermida se jubiló el pasado 22 de agosto, después de 41 años de funcionario en el Ayuntamiento, los últimos 30 como jefe de protocolo

28 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Si alguien conoce al dedillo el funcionamiento del Concello de Ferrol ese es Manuel Sánchez Hermida (Ferrol, 1953). Accedió a la plantilla en 1977 como funcionario en la asesoría jurídica y en 1988 fue nombrado jefe del negociado de la secretaría de la Alcaldía y jefe de Protocolo, responsabilidades que ostentó hasta su jubilación, el 22 de agosto.

-Treinta años siempre al lado del alcalde, lo convierten en quien mejor conoce los entresijos de la política municipal en Ferrol...

-Los entresijos políticos no son mi función. Nosotros separamos lo que es institucional y lo que es política. Para esta última, los alcaldes nombran jefes de gabinete y de comunicación, y nosotros llevamos la parte institucional.

-Pero sí fue testigo directo de todo lo que ocurría en la Alcaldía...

- Sí, pero nosotros no asistimos a las reuniones, aunque tienes que estar informado y el seguimiento político es importante para nuestra actividad.

-¿Cuál fue el momento más duro como jefe de Protocolo?

-Fue en el mandato de Blanco Rouco. La Xunta hacía una promoción con exposiciones que se llamaba Galicia Terra Única, para dar a conocer Galicia a nivel de toda España. Cada ciudad estaba relacionada con una comunidad autónoma y a Ferrol nos tocó Asturias. La organización la llevaban desde Santiago, pero cuando faltaban cinco días nos dijeron que la teníamos que asumir nosotros. Leonor -su esposa y la persona que lo sustituyó cuando se jubiló- y yo estábamos preocupados, y mi suegro, que era asturiano, fue el que nos dio la idea para salvar el acto. Invitamos a los asturianos empadronados en Ferrol, que respondieron muy bien y fueron al acto con el presidente del Principado, Sergio Marqués, por lo que lo que amenazaba con ser un desastre acabó siendo un exitazo.

-Pero a nivel político fue testigo de momentos complicados, como dos mociones de censura...

-Yo pasé a la Alcaldía 1988 y la primera fue en 1989. La de Couce Doce fue una moción de censura muy traumática. Yo no era muy experto en temas políticos y pasé un tragón muy desagradable. Me costó mucho aguantar el tirón, por la tensión, fue el peor momento que viví. Hubo otros tristes, como el fallecimiento de Coral Seoane. Pero hubo más casos, también relacionados con una muerte, en los que hemos innovado, de lo que me siento muy satisfecho. Nunca se había organizado un entierro en el Concello, con capilla ardiente incluida, y lo hicimos con Torrente Ballester. Con Manolo Couce como alcalde también empezamos con las bodas civiles. Fuimos los dos al juzgado a ver una boda y el ceremonial que yo hice se exportó a la comarca.

-¿Con cuántos alcaldes trabajó y con cuáles se sintió más a gusto?

-Fueron diez: Couce Doce, Couce Pereiro, Mario Villamil, otra vez Couce Pereiro, Juan Blanco, Xaime Bello, Juan Juncal, Vicente Irisarri, Rey Varela y Jorge Suárez. Me sentí a gusto con todos y todos me trataron bien, aunque unos utilizaron más el servicio que yo creé. Con Manolo Couce tengo una relación extraordinaria, para mí es el alcalde que me catapultó y le estoy muy agradecido; es una persona muy activa e inteligente, con la que más aprendí. Tengo también relación de amistad con Xaime Bello, con él aprendimos todos un poco a querer más a nuestra Galicia. Tengo también relación de confianza con Rey Varela, y de hecho fue el alcalde que nos casó. Y tengo una relación muy agradable con Jorge Suárez, que es una persona muy trabajadora, defensor de los derechos de los trabajadores, que está haciendo un gran esfuerzo llevando las áreas mas fuertes y que es una bellísima persona. Con Juncal se trabaja muy bien e Irisarri optó por dirigir la administración con gente del partido más que de este equipo, pero recurría a nosotros en los actos más institucionales.

-Usted preparó actos para recibir a las más altas autoridades...

- Sí, por aquí pasaron los Reyes, el Príncipe y más tarde la Reina, pero para mí tienen más significado otros actos menos importantes. Me emocioné muchísimo cuando inauguramos la Plaza del Himno Galego y el monumento a Fontenla Leal, y el más, para mí, fue la inauguración del Campus Universitario y la Casa del Patín.

-También vivió momentos convulsos, con movilizaciones...

-Es verdad, y se pasa mal, pero hay que ser consciente de que cuando se producen esas movilizaciones es porque hay una necesidad; el trabajo y el bienestar son muy importantes. Siempre tuve buena relación con los organizadores y hubo algún problemilla pero no llegó la sangre al río.

-Hablando de sangre, en la época de Couce Doce trascendió una supuesta agresión...

-Don Alfonso era un gran defensor del patrimonio municipal. Algunos concejales que lo desconocían hicieron algún movimiento, sin maldad, que a él le pareció mal. Lo que ocurrió fue que un concejal tenía una insignia en la solapa y Don Alfonso lo cogió por ahí para que le diera explicacionesm y como tenía las manos afectadas por la radiación se hizo sangre con la insignia.

-¿Cómo lleva ahora la jubilación?

-Muy bien. Tengo muchísimas aficiones, me gusta leer, escribir, la carpintería y la jardinería. Donde me sentí un poco extraño fue en la entrega de la Medalla de Plata a Javier Gutiérrez, que fue como espectador, porque aunque tuve el honor de tramitar el expediente, en la entrega ya no era yo, porque nombraron a Leonor Bermejo, creo que con acierto del gobierno, y no lo digo por razones familiares, sino porque lleva 30 años allí conmigo.

-¿Cómo ve Ferrol?

- Todos los alcaldes trabajaron con ahínco para que hubiera más oportunidades. Somos buenos en construcción naval y tenemos que seguir defendiéndola, pero creo que hay que hacer una puesta de futuro grande por el turismo y seguir ampliando el Campus.

-Y ahora llega el colofón de su nombramiento como Hijo Predilecto de la ciudad...

- Aún lo están tramitando. Nunca lo pensé, porque nosotros somos trabajadores que estamos siempre en segunda fila. Cuando el alcalde me llamó, tras colgar el teléfono me emocioné. Estoy muy agradecido, es una especie de broche de oro a mi carrera.

-¿Y volverá a emocionarse?

-Espero que no, porque para los grandes actos, como San Julián y las Pepitas, el día anterior hacemos un ensayo general con todos los intervinientes y yo siempre les digo que no se emocionen.

-¿Alguna otra anécdota que pueda contar?

-Cuando se abrió la granja terapéutica de O Confurco y surgió una polémica en la parroquia, Couce Pereiro estaba reunido con vecinos y nos pidió que llamásemos a Fraga. Lo pusimos con el presidente de la Xunta y la conversación entre ambos fue qué quieres, no qué quieres tú, porque el Fraga con el que pretendía hablar el regidor era un directivo de Doniños.