Donde hoy está el estadio de A Malata se encontraba una fábrica, Pemsa, a la que llegaban troncos de África con los que se hacía una pieza que modernizaba las casas
25 nov 2018 . Actualizado a las 12:21 h.Justino Fernández rescata en un libro las historias de la Peninsular Maderera, una fábrica a la que muchas personas recordarán como Pemsa o la factoría de las puertas Récord, que en los años 50 fueron una revolución en las casas comparable al de Ikea en la actualidad. Central Librera edita esta obra, La Peninsular Maderera Ferrol 1952-1975. La transformación de troncos en puertas, que cuenta, a través de once historias, cómo triunfó la idea de un empresario que, además, era médico y abogado: Francisco Vergaz, que ideó una puerta laminada y elaborada con maderas africanas traídas de la planta que poseía en Guinea Ecuatorial.
Desde la época de Mad Men a los setenta de Cuéntame lo más era tener uno de estos elementos en la oficina o en casa. De hecho, la publicidad en medios como ABC o La Vanguardia apelaban a la modernidad que aportaban unas puertas cuya materia prima llegaba a Ferrol de la misma manera que salía de África: empujada por unos trabajadores que se subían sobre los grandes troncos y los deslizaban con la misma maniobra que si estuviesen practicando paddle surf. «Hasta A Malata navegaban uno a uno por la ría, los obreros tenían que agacharse para pasar por debajo del puente y después se almacenaban en una balsa de la que aún se conserva una parte delante del estadio, que es donde estaba la fábrica», cuenta el autor de una obra que menciona los nombres de los últimos trabajadores, muchos de ellos aún vivos.
Modelo patentado
Justino Fernández menciona a dos -Samuel Varela y Alfonso Martínez- por la implicación que tuvieron en uno de los departamentos esenciales en este proyecto empresarial: el de calidad, que siempre perseguía mejorar y modernizar aún más el producto. «Eran puertas laminadas, pero no puertas cualquiera, porque cuando otras estaban rellenas de papel u otros materiales, algunas siguen estándolo, estas se fabricaban con un sistema de láminas curvadas de la propia madera africana, algo que las convertía en un elemento de calidad -explica el autor del libro-. El objetivo era amueblar los bloques de viviendas que se comenzaban a construir en serie. Fue un diseño que sigue usándose».
Sin embargo, la fábrica cerró a mediados de los 70 y los restos del edificio se demolieron poco después convertidos ya en ruinas. ¿Qué falló? «Que Guinea Ecuatorial dejó de ser una colonia de España y el propietario de la empresa, Vergaz, perdió las explotaciones de madera de las que traía la materia prima. Trataron de abrir el mercado a puertas lacadas, pero no fue suficiente y finalmente cerró», cuenta un estudioso sobre una factoría muy importante para Ferrol, pero que siempre tuvo su sede en Madrid.