Bienvenido sea, demasiado tarde

manuel couce DESDE LA ALAMEDA

FERROL CIUDAD

23 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los ferrolanos sabemos por experiencia vivida que la crisis llegó a estas latitudes por abandono de gobiernos, uno tras otro, que no elaboraron una planificación industrial justa de los astilleros. Se imponía un plan en el sector, como el de carreteras o aeropuertos, que nunca se hizo, y en consecuencia los astilleros, que son la columna vertebral de muchas economías, van a tumbos. Hoy te toca a ti este pedido, mañana me puede tocar a mí.

Esta situación de incertidumbre durante años, en las ciudades afectadas, arrastró a todo lo demás y poco a poco se fueron perdiendo empresas auxiliares y gente. En nuestro caso, los que salían con los mejores niveles profesionales de aquella inolvidable Escuela de Aprendices, y ahí están los concursos internacionales ganados por Vilariño o Maceiras en Suiza, por sobresalientes ajustadores. Recuerdo que como premio les obsequiaron con una bicicleta. Eran otros tiempos y con un director de excelencia en Bazán como fue don José María González Llanos, que aportó un alto bagaje de prestigio a la ciudad, en una atmósfera política recalentada por la dictadura pero con aquel director, las cosas eran de otra manera. Tenía 6.000 trabajadores a sus órdenes, una labor social en la empresa y la ciudad iba para adelante. Desde hace años, las direcciones del astillero y sus gerencias pierden un tiempo precioso mirando a la calculadora sin elaborar un proyecto serio de futuro para los astilleros. Estos hombres se parecen a esas figuras del fútbol que de vez en cuando se dejan ver calentando por la banda y nada más.

Y por eso la mejor gente, la que desde su trabajo diario hizo que Ferrol fuera un modelo industrial con modernidad y crecimiento, se fue, quedando la ciudad abandonada a su suerte, con la principal industria en mantenimiento, algunas reparaciones y, si me apuran, algunos talleres están en el arcén de los vehículos invisibles, con repercusión en la poca vida comercial de la ciudad, el escaso tránsito nocturno o los espectáculos a media entrada, y el padrón bajo mínimos.

En este ambiente llega la noticia de que se van a construir fragatas para la Armada española, bienvenidas sean, aunque lleguen demasiado tarde para tapar muchas vergüenzas que pusieron a la intemperie la viga maestra que sustentaba la techumbre de una economía quebrada, con tantas cabezas de turco que dirigieron sus astilleros yendo y viniendo a Madrid y Santiago y ni siquiera tienen un plan para que después de estas fragatas no volvamos a las andadas.