Talleres y muchas sonrisas, el efectivo armamento de Afal

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

La entidad, pionera de Galicia en la asistencia a los enfermos, constata que su labor ayuda en la dolencia

21 sep 2018 . Actualizado a las 12:15 h.

A media mañana hay una merienda en Afal, justo después de unos talleres en los que un día se calceta, otro se cocina y siempre se charla mucho. «Empezamos comentando qué día es», cuenta una de las sonrientes monitoras y en seguida Herminia, una de las usuarias más antiguas le replica: «Pues el que pone ahí, hoy hemos estado hablando de lo que cuesta entrar en la catedral, es una barbaridad».

Herminia está alegre, del precio de las entradas pasa a la política y dice que Pedro Sánchez por fin es presidente y lo merece: «Además es muy guapo», recalca otra compañera que está sentada al lado de Juan, un hombre que no parece llegar a los setenta años y que muestra un enfado casi infantil: «¿Qué te pasa Juan?», le van preguntando todos, pero Juan baja cada vez más la cabeza y no sale de su ensimismamiento. Hasta que en la conversación salen los caballos: «Ayer tocó equinoterapia y Juan se subió a un caballo bien alto», revela Rita Touza, la psicóloga de Afal, y el enfado de Juan se rinde. Tanto que al rato hasta le recuerda con cariño a su compañera de mesa que se beba el zumo.

Esta es solo una muestra de la labor diaria de los voluntarios y trabajadores de Afal: «Hemos constatado que con la estimulación, con las actividades la enfermedad se detiene», cuenta Noelia Ríos, una de las responsables de un centro de día que es un apoyo indispensable para las familias, porque las atiende, las acompaña y les facilita ayuda tan indispensable como el acceso a prestaciones, a las que necesitan en cada momento. Por eso, María Quintiá, la trabajadora social, está disponible todos los días desde las 9.00 a las 19.00 horas e incluso va ella misma a entregar los papeles a las diferentes ventanillas.