La temporada estival obliga a algunos empresarios a adaptar sus horarios y ofertas
07 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Hay quien aprovecha las vacaciones para aprender inglés, sacarse el carnet de conducir o ponerse en forma en un gimnasio. Algunos negocios, que no echan el cierre con la llegada del calor, adaptan su oferta y sus horarios a las demandas de estos clientes estivales.
El Centro de idiomas Babblers, situado en la calle Españoleto, es uno de esos establecimientos que tienen una oferta completamente independiente a la del resto del año durante los meses de julio y agosto. «No es una continuación de lo que se hace durante el curso académico, sino que son cursos para los meses de verano», comenta Augusto Piñón, propietario del centro, quien afirma que durante esos meses «tenemos muchos alumnos que, o bien viven fuera y están de vacaciones, o bien al revés, que vienen a trabajar durante el verano».
Desde su apertura en el año 2014, destacan las sesiones de inglés afterbeach que se imparten al caer la tarde y que según Augusto Piñón, gozan de una gran acogida porque «hay mucha gente que, o bien trabaja, o bien quiere disfrutar de la playa», aunque añade que para la mayoría de los alumnos «es una clase más afterwork que afterbeach». Este peculiar horario no permite unas sesiones tan intensivas como las de los cursos matinales y «aunque muchas veces hemos pensado en dejar de darlas, lo cierto es que no lo hemos hecho porque cada verano viene gente a preguntarnos por ellas».
Las autoescuelas viven en la campaña estival su temporada alta, lo que les obliga a ampliar su actividad. «Abrimos tanto por la mañana como por la tarde, ampliamos el número de clases de teoría y tenemos prácticas desde primera hora de la mañana hasta última hora de la tarde», explica Xabier Miraz, de la Autoescuela Cantón. Tras el año pasado en el que hubo una campaña estival en la «no hubo tanta gente por culpa de la huelga de examinadores», Miraz afirma que «este año estamos bastante bien de gente».
Los gimnasios mantienen su actividad en verano, pese a que las vacaciones y el calor hagan bajar temporalmente su lista de clientes. Ricardo Trillo, propietario del gimnasio Bitácora, asegura que «cada verano se apuntan clientes nuevos, sobre todo universitarios que vuelven a casa», y afirma que aunque la llegada de estos nuevos deportistas al local no cubre el número de bajas por vacaciones, «no nos podemos quejar». «Ahora mismo también tenemos gente preparando oposiciones y pruebas físicas que no descansan durante el verano, aunque la mayoría deciden hacer el vago y tomarse vacaciones», bromea Trillo.
En el caso del Bitácora no existe una oferta específica durante la temporada estival, sino que mantiene sus clases habituales. Sin embargo, con el fin de facilitar que los clientes puedan mantener sus rutinas deportivas sin renunciar al ocio veraniego y evitar que el establecimiento se vacíe por completo durante julio y agosto, el centro adapta sus horarios de playa, calor y terraza. «Por la mañana las clases son más temprano que durante el invierno y por las tardes son más tarde», indica el propietario, consciente de que muy pocos están dispuestos a sacrificar un día en la playa por ir al gimnasio y que la clave para mantener el negocio está en «adaptarse a las rutinas del verano».