Necesidad de poner límite a las intervenciones en las sesiones

La Voz

FERROL CIUDAD

29 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las descalificaciones al trabajo político habituales en los debates entre partidos políticos están dejando paso en Ferrol a otro tipo de comentarios que pueden sembrar dudas sobre actuaciones del contrincante que podrían rozar la ilegalidad. También se utilizan, cada vez más, calificativos que tratan de desprestigiar o incluso insultan directamente a la persona a la que van dirigidos.

Han comenzado a ser habituales, además, desaires impropios de unos representantes de la ciudadanía y más cuando se ostenta el bastón de mando, como los que suele dirigir el alcalde, Jorge Suárez, a la ex compañera de gobierno Esther Leira, que ahora tiene la condición de concejala no adscrita. En una ocasión, el mandatario ferrolano había manifestado que solía desconectar cuando ella hablaba en los plenos y ayer volvió a interrumpir su discurso con un comentario que no llegó a entenderse, pero que la obligó a interrumpir momentáneamente su intervención para preguntarle qué había dicho, sin obtener respuesta.

En la sesión de ayer hubo otros momentos que evidenciaron que el nerviosismo de la inminente carrera electoral ya está afectando a los políticos ferrolanos.

El alcalde introdujo los términos «mezquino, lamentable e rastreiro» para los que apuntaron la posibilidad de que tuviera interés en defender a Urbaser, añadiendo: «eu non diría iso dun compañeiro de corporación». Suárez salía así al paso de las manifestaciones de Iván Rivas, del BNG, que lo culpó de avalar la política del PP que dejó el servicio de basuras en una situación límite por pretender beneficiar a las grandes empresas; del socialista Bruno Díaz, que expresó sus dudas sobre si las dilaciones eran intencionadas; y también del popular Alejandro Langtry, quien le espetó que era sospechoso de ser el máximo defensor de Urbaser y le recomendó que no se hiciese la víctima. Otro momento calentito lo propició el regidor al cuestionar la «comprensión lectora» de los ediles de la oposición respecto a la interpretación del informe del interventor que el gobierno les había entregado media hora antes del inicio de la sesión. Le respondió Alejandro Langtry señalando que, pese al poco tiempo del que dispusieron, sí lo habían entendido perfectamente y decía que hasta el 2014 la situación era correcta.

La falta de limitación de las intervenciones, tanto de los concejales como del público al que lo solicita y se le concede la palabra en los plenos, ha cronificado una situación que se viene produciendo desde hace meses. La mayoría de las mociones, que es lo último que se trata, quedan siempre pendientes para una nueva sesión. Cuando los plenos son por la noche, se suelen suspender a las 24.00 horas, y ayer, que había comenzado a las 9.30 horas, el alcalde lo levantó a las 14.30. De ahí que varias mociones que ya venían derivadas de la convocatoria de mayo, volviesen a quedar pendientes.

A los interminables debates entre los concejales se sumó el hecho de que había tres intervenciones concedidas en relación con los problemas suscitados entre las entidades del barrio por la utilización del centro cívico. La primera en hablar fue la representante de Tí e mais euro teatro, que dio lectura a un interminable número de folios; seguida de la portavoz de la asociación de Mulleres de Caranza y, en último término, una vecina a título personal. Esta amplia exposición era solo el prolegómeno a una moción del BNG instando al gobierno a regular los usos del centro y a mejorar la biblioteca, ampliando los horarios. Se aprobó por unanimidad.