«Llevamos 70 años en Recimil y nunca estuvo tan abandonado»

FERROL CIUDAD

C.L.

Josefina Mouriz y María Antonia Domínguez estrenaron las casas blancas en 1948

24 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Son vecinas y, junto con sus respectivas familias, fueron las primeras inquilinas de las que se siguen llamando las casas blancas del barrio de Recimil, que son las que tienen el frente a la avenida de Vigo y la parte trasera a la plaza de Sevilla. Josefina Mouriz Pérez, de 78 años, y María Antonia Domínguez, de 76, accedieron a dos viviendas de propiedad municipal en agosto de 1948, donde siguen residiendo, por lo que han sido testigos directos de la evolución del barrio de Recimil, también llamado de las Casas Baratas, a lo largo de estos 70 años y coinciden en señalar que «nunca estuvo tan abandonado».

Josefina y María Antonia inauguraron las «casas blancas», que acaban de construirse, mientras que las «amarillas» ya se habían levantado cuatro años antes y tenían todas inquilinos. Estas dos vecinas aseguran que la situación actual del barrio es penosa, por falta de mantenimiento, y enumeran una serie de deficiencias, como las pintadas en los túneles, en los que también se acumulan heces, orina y latas de refresco; las papeleras sin fondo, por lo que los deshechos quedan esparcidos por el suelo y las moscas no les permiten abrir las ventanas; y los bancos rotos, por lo que no pueden sentarse por el riesgo a estropear la ropa.

En cuanto a las zonas comunes de las viviendas, denuncian el hecho de que les hayan retirado ya hace tiempo los contadores del agua. Y aquí viene otra de sus quejas, similar a la de otros ferrolanos, por los recibos de la tasa de saneamiento que pasa al cobro Emafesa en base a una estimación del consumo que consideran desorbitada, agravada en su caso respecto precisamente por no tener contadores. Josefina muestra la última factura, en la que figura un importe por el agua y el saneamiento de 57,82 euros, cuando antes de la aplicación de la tasa estaba pagando 33 euros. Esta mujer de 78 años no es de las que se callan ante las cosas que no ve bien, como la falta de mantenimiento del barrio y el que califica de «abuso» de la tasa, y ya ha abordado al alcalde, Jorge Suárez, en alguna ocasión para hacerle llegar sus quejas, «pero no hizo nada», apostilla.

Josefina dice ser consciente de que la renta que los inquilinos antiguos como ella están abonando al Concello de Ferrol es muy baja. «No es normal pagar 2,95 euros al mes y cada vez que voy al Concello propongo que nos suban algo y que atiendan al barrio», manifiesta, añadiendo que ella estaría dispuesta a que le subieran la renta a 20 euros, si bien su vecina María Antonia señala que para ella es mucho, porque vive de una pensión de 427 euros y aceptaría una subida de seis.

Las dos vecinas aseguran haber invertido mucho dinero en acondicionar sus casas, por las que pagan el IBI, y también en los espacios comunes, como la renovación de las tuberías y la reparación de las cubiertas, porque el Concello aportaba el material y los inquilinos asumían el gasto de la mano de obra. Sus pisos están en unas condiciones excelentes, al igual que los de la mayoría de ese bloque, y aquí surgió otra de sus quejas. Josefina y María Antonia consideran una injusticia que el Concello no hubiese permitido que se mudase a la vivienda de una mujer que murió hace poco a otra inquilina del tercero de 91 años. «La tapiaron y así sigue».

Nueva residencia a causa de un incendio que calcinó ocho viviendas en Canido 

El hecho de que Josefina Mouriz Pérez resida en las viviendas de propiedad municipal es consecuencia de un incendio registrado en el año 1947 en el barrio de Canido, concretamente en el corralón de la calle Insua. El fuego destruyó ocho domicilios y otras tantas familias, entre ellas la de Josefina, se quedaron en la calle. El Ayuntamiento las alojó temporalmente en el colegio Ibáñez Martín, recién construido y cada familia ocupaba un aula.

Según recuerda Josefina, estuvieron allí algo más de un mes, pero iba a comenzar el curso y tenían que desalojar el centro educativo, por lo que se apuraron las obras de construcción de las «casas blancas» y en el mes de agosto los afectados pasaron a sus nuevas residencias.

Josefina tenía ocho años -recuerda que en esa época hiciera la Primera Comunión, y vivía con su madre y su abuela, porque su padre ya había fallecido. Las tres estrenaron el piso en el que ahora sigue viviendo con su esposo y su hijo, en el que realizaron muchas obras hasta tenerlo en la situación actual, «pagando siempre todos los permisos», apunta, mientras muestra el contenido de un sobre en el que conserva toda la documentación que lo acredita.

Entre los viejos papeles llama la atención el de arrendamiento de la vivienda municipal, con fecha del 24 de agosto de 1948, por un importe mensual de 140 pesetas. Se trata de una cantidad bastante elevada para los salarios que había en esa época y que poco se ha incrementado a lo largo de los setenta años transcurridos.