Con independencia de que Xohana Torres (Santiago, 1931-Vigo, 2017), una de las figuras centrales de la literatura en lengua gallega, naciese en la ciudad de Compostela, la literatura -que es una de las más altas expresiones de la verdad- la considera ferrolana, y es hermoso que así sea. En Ferrol pasó su infancia y su juventud la autora de Corazón de navío. Y fue Ferrol quien le dio al mundo, también, dos de sus principales referentes literarios: el profesor Ricardo Carballo Calero, de quien era alumna, y el grupo literario Aturuxo, que editaba la revista del mismo nombre, una publicación que tiene un lugar de honor en la cultura española de mediados del pasado siglo. A Miguel Carlos Vidal, que fue quien creó Aturuxo junto a los también ferrolanos Tomás Barros y Mario Couceiro, dando a la imprenta durante años una publicación por la que siempre sintieron un especial afecto autores como Luz Pozo Garza, Álvaro Cunqueiro y Antón Avilés de Taramancos, aún lo escuchaba recordar yo, hace unos días (discúlpenme la anécdota), lo que para la poesía representó, en aquel tiempo, la llegada de Xohana Torres: el asombro que ya produjeron sus primeros versos. Ahora acaba de ver la luz un nuevo libro de la escritora ferrolana, Teixido. Una obra que lleva por subtítulo San Andrés de Lonxe, mitos e ritos, y que recoge el texto que en el año 1972 había hecho a Xohana Torres merecedora del Premio de Etnografía Federico Maciñeira, convocado por la Diputación de A Coruña. Es un texto bellísimo. La obra, verdaderamente un libro objeto, que Engaiolarte publica con fotos de Xulio Gil, traslada al lector la conmovedora mirada de Xohana Torres sobre un enclave mágico.