Más de doscientas misivas de amor para la Bola de Oro

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Los clientes del emblemático negocio se despiden de sus responsables con un libro plagado de emotivas dedicatorias

17 abr 2018 . Actualizado a las 11:48 h.

«Es difícil decir adiós a un hogar. Un lugar en el que creces, juegas, charlas, te aconsejan... Gracias por formar parte de mi vida durante tantos años». Sentada junto a su marido -el maestro churrero Rafael López Lacámara-, Begoña Martínez Paz lee la dedicatoria y, de repente, sus ojos se humedecen. No es para menos. La Bola de Oro, ese entrañable negocio que han comandado juntos durante años y años y que ya forma parte de la vida de varias generaciones de ferrolanos, echará el cierre el próximo 29 de abril. Y aunque todavía faltan dos semanas para bajar definitivamente la persiana, Begoña y Rafa están disfrutando ya de su «mejor regalo de jubilación»: un pequeño libro de tapas finamente decoradas y cuyas páginas escriben día a día sus clientes a golpe de misivas que son mensajes de despedida llenos de cariño, admiración y agradecimiento, pero también auténticas declaraciones de amor. 

Ríos de tinta

La idea surgió de una clienta hace pocos meses y, desde que el cuaderno está a disposición de todos los visitantes sobre la barra de la chocolatería, la tinta no ha dejado de correr por sus páginas. Ayer se podían leer en ellas más de doscientas dedicatorias, a cada cual más emotiva y con caligrafías de lo más variopintas. Desde garabatos infantiles hasta trazos elegantes, pasando por frases de pulso tembloroso para expresar el cariño hacia una churrería que, como escribe Lara, debería «ser eterna», y que otros muchos califican en sus dedicatorias como un «hogar». Entre las páginas también hay quien recurre a Serrat para proclamar, con nostalgia adelantada, que no hay «nada más amado que lo que perdí», mientras que otros comparan el ambiente del emblemático establecimiento con el del café de la película Amélie o lo califican como «el lugar más entrañable de la ciudad».

También se pueden encontrar misivas en inglés, francés, alemán, italiano y hasta turco, muchas ellas escritas del puño de estudiantes Erasmus, un tipo de cliente muy asiduo al refugio chocolatero de la calle María. Y otro de los firmantes advierte que con el cierre de La Bola de Oro «algo de Ferroliño se muere», a pesar de que «nos queda el recuerdo... Y vuestra fórmula secreta: ¡El amor!».

Tanto cariño concentrado tiene «abrumados» a Rafael, Begoña e Isabel, la empleada que trabaja junto a ellos desde hace ya veinte años y que también acapara buena parte de los piropos. Y seguramente todavía lo estarán más, ya que los clientes podrán seguir llenando las páginas de ese pequeño cuaderno de tapas rojas, verdes y doradas hasta el próximo 29 de abril.

Mientras ese momento no llega, los tres saborean sus últimos días en La Bola de Oro y cruzan los dedos para que el negocio no tenga que echar el cerrojo para siempre. «Me encantaría que esto no desapareciese, así que si hay alguien dispuesto a tomar las riendas yo estaré encantado de enseñarle el oficio», advierte López Lacámara.

EN CORTO

Medio siglo de vida. La Bola de Oro funciona en Ferrol desde el año 1964. El negocio vivió una primera etapa en el Cantón de Molins (primero en un puesto ambulante y después en un quiosco) y en el año 1986 se trasladó a la calle María.

Saga de churreros. López Lacámara heredó el negocio de su tía y de sus padres, Rafael López y Elena Lacámara.