De Japón a Canido, para emprender una nueva vida

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

La catalana Esther Rivera y el tokiota Akihiro Kawahara se mudaron a Ferrol para poder cuidar del abuelo de ella

22 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque en Ferrol ya se pueden estudiar un buen puñado de lenguas que aquí se consideran muy exóticas -como ruso, chino o incluso húngaro-, hasta hace bien poco lo de aprender japonés en la ciudad era casi una misión imposible. La profesora catalana Esther Rivera del Álamo se ha encargado de ponerle remedio en Canido, donde se acaba de instalar con su marido, Akihiro Kawahara, un matemático e ingeniero de hardware tokiota. Juntos vivieron en Japón durante tres años, pero, tras regresar y realizar una breve estancia en la localidad barcelonesa de Lliçá D’Amunt -de donde es ella-, ambos decidieron dejarlo todo y mudarse a Ferrol.

A Esther Rivera se le humedecen los ojos al explicar el porqué. «Yo soy catalana, pero toda mi familia paterna es gallega. Mi padre era de Valdoviño y mi abuelo, operario de Bazán, vivió buena parte de su vida en Ferrol, en la calle de A Coruña... Ahora tiene ya 91 años, está en la residencia Mi Casa y él es el razón de Akihiro y yo estemos aquí. Sentía que me necesitaba y quería estar cerca de él», explica Esther emocionada. «¡Es que siempre hemos estado muy unidos y ahora que mi padre ya no está el vínculo es aún mayor!», comenta con mucho cariño hacia su abuelo Andrés y sin poder reprimir las lágrimas.

Solo tres semanas después de mudarse al barrio de Las Meninas, tanto ella como su marido se muestran encantados con su nueva vida en Ferrol, a pesar de la lluvia y de que Akihiro no tiene trabajo. Pero Esther está segura de que pronto lo conseguirá. «¡Es que ahí donde lo ves es un portento! Estudió Matemáticas y un máster en Ciencias y tiene un coeficiente intelectual de 126», anota con orgullo de su marido.

A su lado, Akihiro, más tímido y callado, cuenta que le gustaría encontrar un empleo parecido al que tenía en Japón -donde trabajaba como ingeniero de hardware-, aunque tampoco le importaría ganarse el pan como profesor de matemáticas o japonés. A enseñar la lengua del país del sol naciente, además de español para extranjeros, se dedica su mujer desde hace tiempo, siempre vía on line, aunque ahora Esther también quiere empezar a dar clases de forma presencial en Ferrol. Hace pocos días puso un anuncio en el Centro Cívico de Canido para ofrecer sus servicios y ya ha recibido varias llamadas de personas interesadas. «Yo creo que es algo que va a tener demanda, porque la cultura japonesa está de moda: aquí hay muchísimos jóvenes enganchados al manga y al anime y entre los adultos tienen mucho éxito el cine y la literatura de autores como Murakami», advierte Esther, al tiempo que asegura que la lengua nipona no es tan difícil como la pintan.

Sobre su futuro en Ferrol, esta catalana con medio corazón gallego se muestra ilusionada, aunque no oculta la congoja que le produjo ver «tantos locales vacíos y casas abandonadas» cuando llegó para instalarse. «Me da mucha pena, porque es una ciudad maravillosa y creo que necesita que la queramos más; por eso me gusta tanto el barrio de Canido, porque allí veo que hay ilusión y gente con ganas de trabajar y hacer cosas.... Y yo creo muchísimo en el poder de la gente», dice convencida.

Por eso -y porque es una persona muy activa y siempre está cavilando en nuevos proyectos-, Esther asegura que le encantaría colaborar con la asociación de vecinos del barrio y organizar actividades para dar a conocer la cultura nipona en la urbe naval. Ante ese ofrecimiento, solo una palabra. Arigató.