El furtivismo disminuye en la ría pero es más difícil de controlar

FERROL CIUDAD

VIEIRA DE LA RÍA FERROLANA DECOMISADA EN AROUSA
VIEIRA DE LA RÍA FERROLANA DECOMISADA EN AROUSA MARTINA MISER

«Ahora nos localizan ellos a nosotros», dicen los guardacostas, que al igual que las cofradías sufren sobre todo a los buzos

18 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El próximo 1 de julio se cumplirán tres años desde que el furtivismo de marisco fue introducido como delito en el Código Penal. Ese cambio hizo que los infractores se lo pensaran algo más, pero también provocó el efecto contrario. Desde entonces, los furtivos se han ido profesionalizando, sobre todo aquellos que, en el ámbito de Ferrolterra, bucean la ría. Son los hombres rana, como los denominan las cofradías, que esquilman todo el recurso que pueden y han aprendido a escabullirse de la ley. «Ahora nos localizan ellos a nosotros», comenta un guardacostas de la Xunta a La Voz. Este colectivo y la Guardia Civil han conseguido atrapar a algunos, pero la mayoría de ellos eluden a la justicia.

Detrás todo apunta a que la red, en la que entran furtivos y compradores, es amplia. Mientras, la ría se ha convertido en protagonista de la extracción ilegal de marisco. Como ejemplo, en diciembre fueron decomisadas 1.300 vieiras en Santiago y, en julio, 171 kilos en Vilanova de Arousa. En ambos casos procedían de la zona de Ferrolterra e intentaban llegar hasta la hostelería en automóvil.

«No son precisamente tontos»

«Los buzos nos hacen muchísimo daño, suelen coger todo lo que ven: almeja, vieira, centolla, nécora... Además, son muy difíciles de atrapar porque actúan a diferentes horas, están casi siempre debajo del agua y van cambiando los lugares de descarga. No son precisamente tontos», expresa la patrona mayor de la cofradía de Ferrol, Isabel Maroño. Por otro lado, apunta también a la intrusión en el sector de los percebeiros. «Están todos los días -reciben quejas de los socios-, pero se vigila muy poco», dice.

Precisamente la escasez de medios para ponerles cerco es una de las mayores preocupaciones. En Ferrol hay dos vigilantes propios, al igual que en Barallobre y en Mugardos. Carlos Rey, responsable del pósito fenés, asegura que los guardapescas están «desbordados». Además, se dedican sobre todo a controlar la actividad profesional. «Si hubiera un seguimiento real de los furtivos, se les cogería, pero están organizados. Hasta los coches que dejan aparcados los tienen vigilados», detalla. A Teresa Carneiro, patrona mayor de Mugardos, le parece «sangrante» que se lleven la vieira que ellos en esta época no pueden coger, al estar cerrada la campaña por la toxina. La zona de libre marisqueo mugardesa está infestada de buzos.

Ninguno de ellos sabe a dónde va ese marisco. El secretismo forma parte del trato entre furtivos y compradores, a sabiendas de que ninguna parte se puede equivocar. El dinero que se mueve es ingente y muchos de ellos desarrollan la actividad como un empleo más. De hecho, La Voz pudo contactar con uno de estos infractores, pero después de meditarlo y hablarlo con sus compañeros, prefirió no hablar.

Lo que sí ha disminuido en la ría de Ferrol es el furtivismo a pie, sobre todo gracias a la concesión de permisos. Maroño asegura que «se acabó casi por completo». Aquella imagen de ochenta mariscadores sin carné en la plaza de Armas de hace apenas tres años ya no se podría repetir ahora, pues muchos han pasado a formar parte de las cofradías. «En O Couto y en el lombo de Neda alguno sigue habiendo, pero bajó mucho», apunta Carlos Rey, mientras Carneiro manifiesta que «antes eran más ellos que nosotros, y ahora se lleva bien».