La juventud y la veteranía, mano a mano en el Arsenal de Ferrol

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Francisco Javier Ros y Juan Manuel Martínez, de 26 y 58 años, hablan de la generación entrante y de la saliente

15 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El uniforme azul marino los puede confundir, pero las condecoraciones y sus rostros, no. El gesto del suboficial mayor Juan Manuel Martínez González revela una larga trayectoria profesional en la Armada española que está llegando a su fin. Mientras, el de Francisco Javier Ros Vargas deja ver sus ganas de llevar su carrera hasta el final. Tienen 58 y 26 años, respectivamente, y sirven como ejemplo de la generación saliente y la entrante en el Arsenal de Ferrol, donde la juventud y la veteranía trabajan mano a mano con los mismos objetivos.

«Alguien como él tiene que pasar por las diferentes etapas de la vida, tropezar, caer, levantarse, seguir tropezando y así sucesivamente». Esto, está claro, lo dice el veterano. Juan Manuel pasó por destinos como el destructor Méndez Núñez, la fragata Álvaro de Bazán o el Museo Naval, y ahora su labor transcurre en el Arsenal. Javier, por su parte, se encuentra actualmente en su primer destino tras la formación, la fragata Blas de Lezo. «El hecho de ser joven nunca me ha supuesto un problema. Considero la experiencia una cualidad fundamental en este trabajo, y la única manera de conseguirla es con el paso de los años, así que procuro aprender el máximo cada día», expresa el joven militar. Su padre era oficial y muchos de sus amigos de la infancia están también en la Armada.

«Un trabajo en equipo»

Ros Vargas se siente «afortunado» de trabajar al lado de marinos experimentados. «Desde que empecé mi carrera me dijeron que tenía que apoyarme en ellos. Y puedo afirmar que Juan Manuel y los demás han respondido de manera ejemplar, siempre dispuestos a echar una mano y a explicar cualquier duda. Este es un trabajo en equipo y todos somos fundamentales, desde el oficial más antiguo al marinero más moderno», expresa el alférez de navío. El suboficial mayor deja claro, al momento, que no hay que estar equivocados con la juventud: «Nos parece que irán a lo suyo y no serán capaces de salir airosos de las diferentes situaciones de la vida, pero solo tenemos que darles la oportunidad de demostrarlo, igual que hicieron en su día con nosotros».

A Martínez González formar parte de la Marina le ha aportado «seguridad en uno mismo», asegura, por haber trabajado con los sistemas de combate más sofisticados y haber cumplido las misiones con un alto grado de eficacia, reconocida tanto a nivel nacional como internacional. Ese «poder manejar la tecnología más avanzada» de equipos de navegación y armas lo valora también Ros Vargas, al que la Armada le aporta, sobre todo, «la gran oportunidad de trabajar codo con codo con tantas personas». «Cada día es una oportunidad única», reitera. Por ello, cuando el representante de la generación saliente mira hacia atrás se le viene «una sonrisa». «Hay tantas anécdotas que es mejor guardarlas para los nietos», dice.

Para terminar, La Voz le propone a Javier que le pida consejo a Juan Manuel. «Le pediría muchos», señala, pero los deja en un par: cómo manejar la lealtad con superiores y subordinados, y cómo afrontar los momentos personales más duros. «Sobre el primero te digo que aprendas con humildad y que sepas escuchar a todos los niveles, al marinero, al suboficial y al oficial, porque todos tienen que aportar», la traslada Juan Manuel. Además, le dice «que separe los prejuicios y el clasismo, y que fomente la obediencia inteligente y aparte la ciega». En cuanto al segundo, «necesario para las interminables noches de trabajo», le recomienda: «Cuando tu compañero es tu confidente y le abres tu corazón, se labra una amistad que perdura para siempre». Queda dicho. El relevo está en marcha.