El fenómeno okupa no es una novedad en Ferrol. Uno de los precursores es Ignacio Martínez Orero, miembro de la plataforma que se opone a los desahucios de familias en situación de precariedad, a pesar de que en la ciudad hay millares de viviendas vacías. «Eu tamén fun okupa no 1977 en Caranza», relataba ayer para este periódico, rememorando la ocupación masiva de los bloques de Caranza que llevaban años construidos y sin habitar, protagonizada por más de 500 familias. Martínez Orero recuerda que las primeras viviendas se inauguraron en agosto del 72, pero no se comenzaron a adjudicar hasta el 77 a las familias de Esteiro que, tras derribar sus casas, habían sido realojadas en unos albergues. La construcción del polígono de Caranza fue obra del Instituto de la Vivienda de la Administración central. «Nós xa tiñamos un fillo e viviamos nunha casa na rúa Insua, pola que pagabamos 6.600 pesetas de aluguer. Eu cobraba 3.200 pesetas á semana e, xunto cun grupo de familias, decidimos ocupar un bloque das novas vivendas», señala, precisando que él ya la tenía solicitada a través del Sindicato Vertical, y así consta en el oportuno documento que aún conserva. Los nuevos okupas de Caranza estaban muy organizados y, a base de presión y de negociaciones, consiguieron que los regularizan. No obstante, tuvieron que pasar un tiempo en otros albergues que habían sido utilizados en una riada en Murcia, pagando una cuota mensual de 200 pesetas, puesto que ya se les consideraba adjudicatarios de una vivienda. La presión ejercida en los últimos años de la década de los 70 dio como resultado la construcción de otras 393 viviendas.