La apertura de nuevos establecimientos crea optimismo en una vía a la que algunos ya conocen como la nueva «milla de oro»
05 mar 2018 . Actualizado a las 10:20 h.En el tramo ferrolano de la carretera de Castilla llaman la atención dos cosas. Por un lado, el creciente número de locales que han logrado descolgar de sus escaparates el cartel de «se alquila» para llenarse de nuevo de actividad. Y, por otra parte, la positividad y la alegría que muestran los responsables de esos nuevos establecimientos al preguntarles por la marcha del negocio. En el último año y medio, la antigua vía de acceso a la ciudad ha asistido a la apertura de al menos una veintena de nuevos comercios y el optimismo generado es tal que algunos ya se refieren a ella como la nueva «milla de oro» ferrolana.
«Eso fue lo primero que me dijo un distribuidor cuando le dije que iba a abrir la cafetería aquí, que me venía a la milla de oro», cuenta Roberto González tras el mostrador de My little coffe. Este hostelero que durante años trabajó en el centro de Ferrol abrió su propio negocio en el 214 de la carretera de Castilla el pasado mes de junio y asegura que no se arrepiente. «Esta zona está en auge y la prueba está en que apenas quedan bajos libres entre la rotonda de San Juan y O Inferniño», comenta Roberto González.
También optimista se muestra otra recién llegada, Beatriz Roca, que el pasado mes de abril abrió la tienda de moda de mujer Con B de Bea en el número 233. «Lo de la milla de oro me parece exagerado, porque con los tiempos que corren no creo que haya ninguna calle en Ferrol a la que se le pueda llamar así, pero lo que está claro es que en esta zona hay mucho movimiento y hoy por hoy creo que tiene más tránsito que la calle Real», dice esta comerciante, al tiempo que asegura que, por el momento, no se puede quejar de las ventas.
Entre los últimos negocios en incorporarse a la vida comercial de la carretera de Castilla también se encuentran O Cillar de Castela, la cervecería Tepuy, la óptica Aneiros o la barbería Enxebre. El responsable de este último establecimiento, Diego Serantes, lleva apenas cuatro meses en la zona y señala que no le falta clientela. «Por las mañana no suele haber tanto movimiento, pero por las tardes siempre te encuentras a gente paseando por la calle y las cafeterías se llenan», dice con optimismo.
Pero, ¿qué es lo que atrae a los emprendedores a esta zona de la ciudad? Lorena López, que hace ya cuatro años que abrió la tienda de moda infantil Había una vez en el número 229, lo tiene claro: «Aquí los alquileres son algo más asequibles que en el centro y, además, esta carretera tiene una situación estratégica, porque está ubicada junto a barrios muy poblados y con gente joven como Ultramar, el Inferniño, O Bertón y A Gándara y, además, es una zona de paso para la gente que hace la ruta del colesterol desde Santa Icía hasta la plaza de España». También asegura que no nota la crisis y añade que, desde que abrió, el negocio «ha ido mejor».
Pero, como en toda regla, existen excepciones. Y no falta quien se atreve a poner la nota discordante. «Esta zona tienen muchísimo movimiento, es verdad, pero, para las compras, la calle Real siempre será la calle Real», dice una comerciante que prefiere mantenerse en el anonimato.