«A los 91 se llega fácil nadando a diario»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

José Pardo

Hace más de una década que el socio más antiguo de A Malata se zambulle cada jornada y ayer sus compañeros deportivos le cantaron el cumpleaños feliz

08 feb 2018 . Actualizado a las 09:24 h.

Vicente Dopico Orjales es el socio más antiguo y fiel del complejo deportivo BeOne A Malata. Cada jornada acude a primera hora para dar unos largos, a su ritmo, que no es nada competitivo, pero totalmente confiado. Ayer el personal y sus compañeros le tenían preparada una sorpresa para celebrar que ya pasa de los noventa años en la mejor forma posible. «A los 91 años se llega fácil nadando a diario, haciendo algo», recomendaba haciendo gala de su gran vitalidad. Vicente repartió besos entre las personas con las que coincide cada jornada cuando se zambulle en una piscina que echa de menos cuando pasa solo dos días sin cumplir con su rutina deportiva.

«Yo soy muy lento nadando, pero voy siempre a mi ritmo, a mi manera», contaba sumergido en un agua que nada tiene que ver con el mar de Meirás, donde se aficionó a dar brazadas por obligación, para acercarse a unas rocas a coger percebes «a la capilla de la ermita, a las piedras que estaban aisladas». Vicente trabajó duro, primero en el campo y después muchos años como comercial de un almacén de materiales de construcción. Así que llamar esfuerzo a meterse en el agua caldeada de la piscina municipal -incluso una jornada de temperaturas gélidas como la de ayer- le da la risa.

Peninsular Maderera

Muchos días Vicente recuerda cuando se acercaba al mismo lugar en el que se ubica ahora el complejo deportivo, pero para trabajar en la empresa Peninsular Maderera, donde sí que sudó la gota gorda durante más de una década. «Aquí estuve once años», rememoraba sobre una firma que nació en el 1953 y de la que su presidente era el médico ourensano Francisco Bergaz, propietario del hospital Ruber y de una concesión en la antigua Guinea Española de una explotación forestal desde la que llegaba materia prima a Ferrol. Enseguida se olvida de esa etapa, porque los buenos recuerdos son los que tiene ahora. La de ayer es solo una de las fiestas sorpresas que a pie del agua le han dado los responsables de un complejo donde se le saluda como una autoridad: «Es que ahora ya son todo amigos aquí, donde viene un público estupendo», agradeció poco antes de recibir un detalle por parte de la dirección y el cariño de sus compañeros de calle que lo recibieron con carteles en los se podía leer «eres mi héroe», entre otras lindezas.

«Hay que hacer deporte»

Vicente es cumplidor con su propósito deportivo, pero el resto del día tiene una vida de lo más activa entre sus dos hijos, otros tantos nietos y sus dos bisnietas. Los fines de semana aún le quedan ánimos para escaparse a su finca de Valdoviño para cultivar una huerta y entretenerse en el campo, siempre con el ánimo muy alto y una determinación de no quedarse parado que lo convierten en un ejemplo de jubilación activa, ya que lleva nada menos que tres décadas jubilado y apenas lo han molestado los achaques de los que se quejan muchos de los de su quinta. Probablemente su genética sea privilegiada, pero él tiene claro que la actividad física y el no quedarse en casa son la receta definitiva. «Yo digo que hay que hacer deporte -recomendaba ayer a todo el que le pedía un consejo-. Hay que venir y moverse, yo cuando estoy unos días sin nadar me quedo agarrotado, pero vengo aquí y vuelvo a casa nuevo. Hay que hacer ejercicio para aguantarse, después cumplir años es más fácil».