Un tren lento, obsoleto y sin frecuencias

Eduardo Eiroa, Beatriz Couce A CORUÑA, FERROL

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Llegar a Ferrol en ferrocarril desde A Coruña lleva más tiempo que desplazarse a Ourense

07 ene 2018 . Actualizado a las 11:46 h.

El ferrocarril que une A Coruña con Ferrol circula más o menos a la misma velocidad que los ciclistas en una etapa larga del Tour. En una contrarreloj de la ronda francesa le ganarían los ciclistas sacándole varios minutos. La línea es una de las más obsoletas del país, solo comparable con las conexiones -si se pueden llamar así- entre A Coruña y Lugo y Ourense y Lugo, aunque en el caso de Ferrol la cantidad de usuarios potenciales es mucho mayor que en cualquiera de las otras dos, con más de 400.000 habitantes concentrados en un recorrido de menos de 70 kilómetros. Esos vecinos tienen tren, sí, pero no cuentan con un servicio ferroviario real. 

Trazado

Desde el siglo XIX. El actual trazado es, en esencia, el mismo proyectado a finales del siglo XIX y operativo desde principios del XX. «La línea actual no tiene viabilidad y futuro si no se transforma el trazado», dice el profesor de la Universidade da Coruña y especialista en ordenación del territorio Carlos Nárdiz, buen conocedor de la línea. «Entre Betanzos y Ferrol habría que hacer un cambio radical», cuenta, para convertirlo en un servicio regional, en el tramo entre A Coruña y Betanzos se podría aprovechar el trazado para un cercanías, pero haría falta otro para llegar a Ferrol en un tiempo razonable. «Tendría que haber una gran presión social para que se prolongase el eje atlántico, como se hizo en su día con la AP-9», cuenta. «Una ciudad no conectada por ferrocarril quedará fuera del mapa futuro del transporte», tanto de mercancías como de pasajeros, relata. Actualmente hay siete trenes diarios a Ferrol, por 29 a Santiago, por ejemplo. Además, los horarios que ofrece hacen que no sirva para atender las necesidades laborales. 

Tiempos

Viajes eternos. La velocidad -por el trazado, no por las máquinas- es semejante a la de las máquinas inglesas de la Revolución Industrial. Llegar a Ferrol lleva una hora y 28 minutos en el peor de los casos, una hora y seis minutos en el mejor. A Ourense se tarda 66 minutos y en los lentos el tiempo se va a una hora y veinte, igual que a Vigo. A Santiago, a la misma distancia que Ferrol, que llega en 28 minutos. El tren a Vigo, Ourense y Santiago ha eliminado tráfico de las carreteras, porque el servicio compite con el coche y, como en el caso de Santiago, mejora sus tiempos y resulta más barato que pagar peajes y gasolina. «Es evidente que el servicio de trenes entre Ferrol y A Coruña ni satisface los intereses empresariales ni, por supuesto, atiende la demanda de la ciudadanía, que precisa de una línea competitiva que acerque a dos ciudades que lideran el movimiento industrial de nuestra comunidad», dice Antonio Fontenla, presidente de la Confederación de Empresarios de A Coruña. En su opinión «no parece razonable que en la segunda década del siglo XXI dispongamos de un servicio ferroviario propio de tiempos pretéritos que nos obliga a utilizar el automóvil casi como único medio. De continuar así se produciría la paradoja de que la comarca ferrolana vería cercenadas sus posibilidades de desarrollo al quedar aislada por ferrocarril», dice. 

Futuro

Obras sin fecha. El Ministerio de Fomento apuntó el mes pasado la posibilidad de ir abordando inversiones por tramos. No son cuantiosas en comparación con el AVE, pero tampoco están fijadas en ningún calendario ni en proceso de ejecución. Una de ellas, la destinada a eliminar el baipás de Betanzos -allí el tren frena y da marcha atrás para cambiar de vías, perdiendo mucho tiempo- sería de las primeras, pero desde los sindicatos ferroviarios y plataformas en defensa de ese servicio creen que hacen falta muchas más cosas. De entrada, electrificar la línea, por la que siguen pasando máquinas diésel. Además, sería necesario ampliar el radio de las curvas actuales y reducir algunas pendientes, pues con ese diseño del XIX la velocidad no puede aumentarse por mucho que cambien las máquinas. 

El tren existe, pero se ha convertido en un tipo de transporte totalmente residual porque, por ejemplo, no puede competir con el bus. «En la medida en que se acometan variantes la demanda subirá», dice Carlos Nárdiz, que tiene claro que «en Ferrol tienen derecho a un ferrocarril de velocidad media».

Sí hubo planes en el pasado para llevar hasta allí la alta velocidad que para en A Coruña, pero la oposición de algunos municipios afectados por el nuevo trazado y, sobre todo, la falta de voluntad política amparada en la crisis económica, dejaron el proyecto en el cajón y a Ferrol con las vías del siglo XIX.

JOSE PARDO

«Usaría segurísimo el tren si fuese un servicio en condiciones»

Eugenia Loza, que viaja a diario en coche a A Coruña, admite que ni se plantea utilizar hoy en día el ferrocarril, por el tiempo que tarda en llegar

Beatriz Couce

Desde hace siete años, la ferrolana Eugenia Loza acude a diario a trabajar a A Coruña. Lo hace en coche, porque su horario laboral es a turnos y el transporte público, tanto a través del tren como del bus, no se ajusta a sus necesidades. Eugenia no duda en asegurar que si entre Ferrol y A Coruña existiese un servicio ferroviario competitivo, como del que disfrutan en otras ciudades gallegas, aparcaría el coche y apostaría por él. «Si tuviera que coger el tren tal y como está ahora necesitaría todo el día para ir y venir», explica, en alusión a la falta de horarios adecuados a las necesidades de las personas que se mueven entre ambas ciudades por motivos laborales. Argumenta, en este sentido, que cuando tiene turno de tarde, sale de trabajar a las diez y cuarto de la noche, y ya no dispone de servicios de vuelta desde A Coruña. 

Sin enlaces adecuados

Trabajadora de El Corte Inglés de Marineda, afirma que tampoco hay enlaces adecuados entre las estaciones de trenes y bus herculinas y este centro comercial, lo que aún complica más el uso del transporte público.

Afirma que si existiese un servicio de cercanías ferroviarias como el que funciona en otras ciudades lo utilizaría «segurísimo». Eugenia Loza considera que «nos saldría más económico, es seguro, vas mucho más cómodo que en el autobus y puedes ir leyendo o incluso durmiendo». Y es que el impacto económico de acudir hasta A Coruña para ir a trabajar se traduce en unos cien euros mensuales solo en peajes (y eso porque comparte coche), a lo que hay que añadir después la gasolina. Los tres primeros años de este empleo en Marineda iba sola en su vehículo, pero en los últimos cuatro comparte camino habitualmente con otras tres compañeras, lo que les permite reducir costes, que han vuelto a incrementarse ahora con la subida que Audasa ha aplicado a la AP-9 con el inicio del nuevo año.

Aunque admite que no le pesa nada tener que conducir todos los días, sí critica los elevados peajes de la autopista, muchos más caros que en otras zonas del país.

Eugenia no encuentra explicación a los motivos por los cuales, mientras que en otras ciudades se han ejecutado mejoras en las líneas de tren, la que une Ferrol y A Coruña sigue como hace décadas. «Supongo que como estamos en esta esquina perdida, a la que tienes que venir a propósito, y como nos afecta a nosotros solos, pues así nos la han dejado», se lamenta.

«Entre que buscas el sitio y te sientas, ya estás en A Coruña»

La coruñesa Iria Gayoso usa el tren para desplazarse a Santiago, en donde estudia

Eduardo Eiroa

Iria Gayoso es una de los miles de usuarios que tiene la línea que conecta A Coruña con Santiago, un tren que se modernizó durante la última década y que se convirtió en un medio que cada vez gana más pasajeros en detrimento del coche. 

Coruñesa de 20 años de edad, estudia Medicina en Santiago y el ferrocarril es prácticamente el único medio que emplea para desplazarse entre las dos ciudades. «Es una gozada -dice- porque en 28 minutos estás en tu destino».

Más allá del tiempo que tarda, el tren tiene para ella otras muchas ventajas. De entrada tiene uno cada 30 o 40 minutos, por lo que tampoco necesita andar muy pendiente de horarios. Con la cantidad de frecuencias que hay se cubren de sobra todas las necesidades y además casi siempre hay plazas. «Alguna vez sí se llena, sobre todo los domingos el de las ocho de la tarde en dirección a Santiago, en el que van muchos estudiantes», dice. Ese problema se solventa, cuenta, sacando el billete con antelación.

Los viernes, apunta, también va bastante lleno, pero en general sin tanta ocupación. En su caso el tren ofrece más ventajas. Como forma parte de una familia numerosa paga una tarifa reducida y cada trayecto le cuesta 4,70 euros, «bastante menos que el peaje», dice. Eso sin sumar la gasolina, le necesidad de estar atento a la carretera y lo difícil que resulta encontrar sitio para aparcar en cualquiera de las dos ciudades. «Llevo dos años usándolo y no voy a cambiar, además, en mi caso, la residencia me queda al lado de la estación y es todavía más cómodo», afirma.

A todo eso se le suma, recuerda, que en cada asiento hay un enchufe para conectar el teléfono o el ordenador portátil. Aunque no hay mucha cobertura en el trayecto, relata, siempre se puede hacer algo. Más que los dispositivos móviles ella tira de libros para amenizar el viaje, aunque confiesa que poco puede leer en el tiempo que media entre las dos estaciones: «Entre que buscas el sitio y te sientas ya estás en A Coruña», apunta.

Actualmente miles de estudiantes y trabajadores se desplazan entre las dos ciudades a diario. El tren ha permitido que muchos que antes cambiaban su domicilio por motivos laborales o de estudios ya no tengan que hacerlo. Nada parecido a lo que sucede con Ferrol. Quien quiere llegar allí tendrá que tirar de coche o de autobús. Línea hay, pero ya no queda gente que pueda permitirse el lujo de viajar contemplando el paisaje como en el siglo XIX.