El incremento de mayores que viven solos duplica el uso de la teleasistencia

FERROL CIUDAD

ANGEL MANSO

El servicio de Cruz Roja ha pasado de 600 a casi 1.200 usuarios en solo cinco años

23 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Que en Ferrolterra vive una población cada vez más envejecida es algo que no solo reflejan las frías estadísticas del INE, sino que también se puede palpar en la calle y en el día a día de instituciones como la Cruz Roja, donde los programas dirigidos a personas mayores cuentan ya con alrededor de 1.200 usuarios en la comarca. Gran parte de ellos están apuntados a la teleasistencia, un servicio que actualmente acompaña la soledad de 1.166 mayores y que, gracias a un sencillo dispositivo colgado al cuello, les permite dar la voz de alarma en caso de sufrir una caída o cualquier tipo de contratiempo en casa.

Según explica Mónica Villares, responsable del programa de mayores de la entidad en Ferrol, la demanda de este servicio se ha multiplicado por dos desde el año 2012, cuando la cifra de usuarios se situaba en 634. «Se nota que estamos en una comarca envejecida, porque aquí recibimos muchas más solicitudes que las que llegan a otras oficinas de la Cruz Roja de la provincia», anota Villares.

El servicio de teleasistencia funciona de manera muy sencilla. Con solo presionar un botón -y como si se tratase de un manos libres-, el usuario se pone en contacto con la centralita provincial de la Cruz Roja, operativa las 24 horas del día, donde voluntarios de la entidad se encargan de movilizar los recursos necesarios para atender caídas, pero también situaciones de angustia, accidentes domésticos, etcétera. El programa lleva funcionando en la comarca desde 1993 y se puede acceder al mismo a través del Concello o la Xunta, con subvención, o de forma privada, con un coste de 25 euros al mes.

«Sin el medallón tendría que vivir con mi hija» 

En la última década, Mercedes San Vicente Viñas ha pasado por dos infartos y un cáncer de mama, pero, a sus 83 años, esta vecina de Ferrol transmite una energía desbordante. Todas las mañanas sale a tomar el café con una amiga, en su casa cocina a diario y hay días que hasta le da por recuperar el oficio de sastra que desempeñaba desde que tenía doce años. «Ahora mismo estoy haciendo un chándal para mi hija», cuenta sonriente. A Mercedes se la ve como una rosa, pero asegura que si todavía vive sola y de forma independiente -su marido falleció hace trece años- es gracias al servicio de teleasistencia de la Cruz Roja: «Aunque me manejo bien, sin el medallón (como ella llama al dispositivo) tendría que vivir con mi hija, porque con los achaques que he tenido no estaríamos tranquilos». 

Por eso, para sentirse permanentemente segura, hace ya ocho años que de su cuello siempre cuelgan dos «medallones». En uno guarda sus pastillas para el corazón y el otro es el dispositivo de la Cruz Roja, que incluso puede llevar debajo de la ducha, porque sigue funcionando aunque se moje. «Mis hijos vienen todos los días a verme, pero aún así me gusta llevarlo siempre encima porque ellos trabajan y al final paso muchas horas sola en casa», comenta Mercedes.

Para esta vecina de la calle Barrié de la Maza, el servicio de teleasistencia ha sido la llave para mantener su independencia, porque, aunque asegura que adora a sus cuatro hijos, no quiere renunciar a vivir en su casa, rodeada de sus recuerdos de siempre y sus cosas. Y a Mercedes no le preocupa que el dispositivo pueda fallar, porque para evitarlo ahí está siempre Rosi Fernández, una voluntaria de Cruz Roja que una vez al mes la visita para comprobar que el sistema funciona correctamente, hacer un seguimiento de su medicación y, ya de paso, charlar un rato. «Le he cogido mucho cariño y la verdad es que ya casi somos amigas», cuenta Rosi al tiempo que explica que se hizo voluntaria de la Cruz Roja por la necesidad de ayudar a los demás. De eso hace ya dos años y cada día lo disfruta más: «Es una experiencia muy enriquecedora y yo animaría a la gente a que la probase porque con solo dedicarle una o dos horas a la semana se puede hacer mucho bien».

Enrédate, una red social para luchar contra la soledad y el aislamiento 

Además del servicio de teleasistencia, la Cruz Ruja cuenta en Ferrolterra con otros dos programas dirigidos a mayores. Uno de ellos es el de ayuda a domicilio complementaria, que está dirigido a personas con problemas de movilidad o autonomía que necesitan la ayuda de un voluntario para realizar diferentes gestiones fuera de casa, como «ir a la compra, visitar al médico o hacer algún recado de manera puntual», según explica Mónica Villares.

De este servicio se benefician actualmente diez personas, mientras que 57 son los usuarios de Enrédate, el otro programa dirigido a mayores de la Cruz Roja. ¿En qué consiste? Pues ni más ni menos que en una red social que lucha contra el aislamiento y el sentimiento de soledad que sufren algunos mayores mediante el contacto con voluntarios de la entidad, bien vía telefónica, bien en sus propios hogares.

Rosi Fernández, que además de trabajar en la teleasistencia también colabora en este programa, asegura que la soledad es uno de los grandes problemas cuando se supera una cierta edad. «Hay personas que son muy mayores y ya casi no salen de casa y, para ellas, que vayas a verlas una vez a la semana supone una gran alegría. Les encanta charlar un rato sobre la familia o la salud, que es uno de los temas que más les preocupa, y siempre me esperan con los brazos abiertos».