Maestros

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

06 oct 2017 . Actualizado a las 23:43 h.

Miguel Carlos Vidal, uno de los grandes poetas gallegos en lengua castellana, me contaba ayer, en el Parador de Turismo -hablando del Ferrol de los años cuarenta-, que él, a quien en alguna ocasión examinó Gonzalo Torrente Ballester, tuvo entre sus profesores, también en Ferrol, a Enrique Chao Espina. Cosa que me sorprendió, y que me alegró muchísimo, puesto que yo ignoraba por completo que Chao Espina, uno de los grandes eruditos gallegos del siglo XX, vivairense de nacimiento y escritor unido para siempre a la memoria de las tierras del Ortegal -en especial a las de Cariño, Loiba y la propia Ortigueira-, también había estado íntimamente vinculado a Ferrol, donde despertó en muchos jóvenes la pasión por las humanidades, por la ciencia y hasta por el deporte. Miembro de la Real Academia Galega, Chao nació en 1908 y falleció en 1989. A lo largo de toda su vida compaginó la docencia, la investigación y la escritura con su labor como sacerdote, mediante una incansable y extraordinariamente generosa dedicación a ámbitos tan diferentes como los de la historia, las ciencias naturales y la literatura. Vidal habla de él con la devoción del alumno (quizás en este caso la palabra sería discípulo) a quien un gran maestro supo hacerle ver, en tiempos muy difíciles, que los libros suelen guardar en sus páginas la luz que alumbra el futuro. ¡Qué gran legado, el suyo...! Así que, si me permiten, vaya hoy desde aquí, con Chao Espina en la memoria y con las palabras de Vidal iluminando el presente, la mayor de las gratitudes para todos los maestros y para todas las maestras de este viejo reino nuestro. Principalmente, por hacer que el mundo sea un lugar mejor.