«Cuando veo venir un camión con eólicos me voy al fondo de la finca»

carmela lópez C.L. FERROL / LA VOZFERROL / LA VOZ FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

CESAR TOIMIL

Las dos viviendas que están pegadas a la rotonda de Basanta sufren a diario las consecuencias del tráfico y los siniestros

24 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La rotonda de Basanta, que distribuye el tráfico procedente de la zona hospitalaria y de la autovía Ferrol-Vilalba, del polígono de A Gándara y también de Narón a través de A Solaina, además de canalizar los accesos y salidas de la autopista, es, sin lugar a dudas, uno de los nudos de mayor movimiento de vehículos de la ciudad. En consecuencia, también es la zona en la que se registran más accidentes de tráfico, porque en esa glorieta confluyen seis vías de comunicación.

Del elevado volumen de tráfico y también de la alta siniestralidad son testigos directos los dueños de las dos viviendas situadas a uno y otro lado de la rotonda. Son familiares y viven enfrente, pero el enlace viario los dejó prácticamente incomunicados, ya que a la situada en el margen derecho de la glorieta en dirección al cruce de San Xoán, en la que residen Jaime García y su esposa, hay que acceder desde la carretera de San Pedro y queda en un fondo de saco. La finca de su sobrino Juan Talegón tiene el acceso por el Camiño de Basanta.

En uno y otro caso, las casas están prácticamente pegadas a la rotonda y a un nivel más bajo, y el Ministerio de Fomento no accedió en su día a expropiárselas. En la finca de Jaime García ya se colaron en dos ocasiones vehículos siniestrados, un camión y un turismo.

Trasiego de camiones

El matrimonio comenta que con el paso del tiempo aquellos sustos ya los han superado y que los seguros de los vehículos se han portado muy bien, pero, aún así, procuran no estar cerca del muro de cierre de la parcela. «Cuando veo venir un camión de eólicos me voy al fondo de la finca», manifiesta Jaime, precisando que hasta ahora no hubo ningún incidente con ellos, «y más vale prevenir, aunque parece gente muy experimentada». Y deben serlo, porque el trasiego de estos transportes pesados es constante por la glorieta de Basanta. Según la Policía Local de Ferrol, que acompaña esos servicios desde la salida de la autovía Ferrol-Vilalba hasta el puerto interior, cada día llegan entre cuatro y cinco camiones con piezas de aerogeneradores procedentes de dos empresas diferentes.

En la finca de Jaime da la impresión de que pasan por encima de las cabezas y siempre existe el riesgo de que alguna pieza pueda desplazarse y caer.

El hecho de que esta casa esté en una pendiente y a un nivel mucho más bajo que la glorieta supone que cuando llueve el agua se apoza en la finca y en la pista que le sirve de acceso, porque el único sumidero que hay en la zona tiene muy poca capacidad. Jaime puso este hecho en conocimiento del Concello de Ferrol en numerosas ocasiones y la única solución que le dieron fue la colocación de un tubo seccionado longitudinalmente y sin ningún tipo de sujeción, para recoger el agua y canalizarla hacia la arqueta.

El matrimonio se queja, asimismo, de que su vivienda no está conectada a la red del alcantarillado porque se necesitaría un equipo de bombeo. Se trata de cuestiones que se vienen a sumar a los inconvenientes de tener la rotonda al lado, entre los que figura el ruido, motivo por el que han tenido que colocar doble acristalamiento en las ventanas de la casa.

Del ruido también se quejan los dueños de la casa del otro lado de la rotonda, aunque Juan Talegón asegura que, tras instalar doble ventanal, ya se están acostumbrando. Este vecino se refiere, asimismo, a la contaminación provocada por los gases de lo coches, que se cuela directamente en sus hogares, pero a lo que más teme es a que alguno salte a su finca. A este respecto, Juan Talegón explica que la esquina de su casa en la que precisamente tiene el dormitorio está a dos metros y treinta centímetros de la rotonda «y no a 22 metros como decía Fomento cuando se negaron a expropiarme la vivienda». Según indica, le ofrecían 15 millones de las antiguas pesetas por el edificio de dos plantas y una amplia finca, cuando la valoración de un técnico fijaba el precio en 32 millones. «Yo me conformaba con que me hicieran una casa en 500 metros de tierra, pero decían que eso era muy caro, por lo que aquí me tuve que quedar», apunta Talegón, que en su día participó, junto con otros vecinos, en las protestas que se organizaron con motivo de la construcción del Acceso Norte.