El valor del patrimonio

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL CIUDAD

24 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No me referiré en esta crónica al concepto de valor catastral de un inmueble catalogado, ni al valor de la tasación arquitectónica o a su valor de mercado. Quisiera centrarme en el valor patrimonial de un bien cultural con el añadido de todos sus atributos adicionales: históricos, culturales, sentimentales, identitarios… Así, sin ir más lejos, ¿podemos ponerle valor a la muralla romana de Lugo, la catedral de Santiago o la Torre de Hércules, todos ellos bienes Patrimonio de la Humanidad? ¿Sabemos cuánto vale la Sala de Armas, Herrerías, el cuartel de Dolores, la puerta del dique del Arsenal o el castillo de San Felipe? Y si hablamos de patrimonio inmaterial, ¿qué valor le atribuimos a tener la Alameda más antigua de Galicia o un barrio ilustrado trazado de forma simétrica y proporcionada, como la Magdalena?

 Tal vez no tenga demasiado sentido referirnos a estos bienes culturales únicamente en términos de valor, y mucho menos lo tiene cuantificarlos en cuanto a sus costes de mantenimiento. Los que sean. El sentido a la ecuación monetaria de la conservación y disfrute del patrimonio cultural, material e inmaterial, se lo da el respeto a la historia y su legado a las siguientes generaciones. Se lo da también la comunicación de lo que se posee, para el disfrute de quien lo quiera contemplar. Eso se llama turismo. Y, por supuesto, el mantenimiento y puesta en valor del patrimonio tiene que tener, como objetivo irrenunciable, el máximo retorno de la inversión posible: alquiler de espacios, venta de publicaciones, centros de interpretación, merchandising, entradas, y demás.

Aquí está el meollo del asunto, que no es otro que entender cómo se consigue que la inversión efectuada retorne y se transforme en ingresos. Esto sucede ya en muchos bienes patrimoniales y podría suceder con los ferrolanos, en caso de alcanzar su reconocimiento como Patrimonio Mundial. La candidatura de Ferrol de la Ilustración cumplió este año su décimo aniversario desde que la Unesco la incluyó en la lista de bienes a estudiar. Previamente, desde 2001, se han realizado gestiones un tanto anárquicas, inconexas y, algunas, poco transparentes. No se sabe, a ciencia cierta, cuánto dinero se lleva invertido en esta candidatura (las cifras oscilan entre los ochocientos mil y el millón y medio de euros), ni lo que costó cada partida: publicidad, patrocinios, gastos de personal, gastos de gestión, inmuebles, documentación y estudios, publicaciones, etc…; ni se tiene claro su horizonte inmediato, sujeto a los vaivenes del gobierno local de turno.

Así van pasando los años y el patrimonio ferrolano (lo gestione quién lo gestione) sigue a la espera de recobrar su valor. Pacientemente.