Maruxa, una octogenaria de 25 años

Beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

cedida

Con 86 privameras entre pecho y espalda, esta ferrolana recibió el pasado domingo el premio a la participante de más edad en la Carrera de la Mujer de A Coruña

20 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando le preguntan por su edad, ella sonríe y dice que tiene 25. «Siempre respondo lo mismo y lo seguiré haciendo, porque yo mis años de verdad ni los digo ni los sé», dice con coquetería María Antonia Cortés. En realidad, Maruxa, como la llama todo el mundo, vino al mundo el 25 de marzo de 1931 -ya sopló 86 velas-, pero su alma sigue siendo la de una veinteañera. Si alguien lo pone en duda, el domingo tendría que haber estado en el paseo marítimo de A Coruña, donde esta octogenaria siempre optimista no dudó en ponerse la camiseta rosa para participar, junto a su hija Matuca y sus nietas Patricia y Bosquina, en la Carrera de la Mujer, organizada a favor de la lucha contra el cáncer.

Aunque Maruxa caminó en lugar de correr y no fue capaz de finalizar los 6,5 kilómetros del recorrido -cuando le quedaban dos decidió abandonar para no retrasar más de la cuenta al coche escoba-, la organización quiso reconocer su esfuerzo y, al finalizar la carrera, le entregó el premio a la participante de más edad. «¿Te puedes imaginar? A mi edad y subida al podio. No me lo podía creer. Sentí muchísima vergüenza ahí arriba, pero la verdad es que volví a Ferrol encantada, porque me gustó mucho la carrera», comenta aún emocionada.

Tanto le gustó la experiencia que ahora Maruxa no descarta volver a apuntarse a otras carreras o «andainas» que se organicen por la zona. Y eso que al principio se resistió a apuntarse a la cita herculina: «Cuando me lo dijeron mi primera reacción fue decir que no, porque, aunque me gusta mucho caminar, lo de participar en una carrera ya me parecían palabras mayores, pero tanto me insistieron mi hija y mis nietas que no pude decir que no».

La familia consiguió así arrastrar a la abuela a la gran marea rosa de A Coruña, una cita a la que, hasta el momento, nunca han faltado ni su hija ni sus nietas. «Es una carrera muy emotiva, tanto por el ambiente que se respira como por lo que significa, y nos hacía ilusión que en esta ocasión nos acompañase mi madre», comenta su hija Matuca, quien se muestra feliz de haber logrado reunir a las tres generaciones de mujeres de su familia sobre el asfalto del paseo coruñés. «¡Y por poco no fuimos cuatro, porque mi hija Bosquina está embarazada! Aún no sabemos si será niño o niña, porque está solo de doce semanas, pero, sea lo que sea, allí estaremos el próximo año con el bebé», añade ilusionada.

Mientras ese momento no llega, Maruxa continúa cultivando su particular receta para seguir estupenda a los 86: salir a caminar cada tarde, rodearse del amor de los suyos... Y, sobre todo, afrontar el día a día con grandes dosis de humor. «Ya bastante cosas tristes hay en el mundo como para andar todo el día quejándonos por cosas que no tienen importancia».

 

MARCOS MÍGUEZ

Despidiendo la soltería con tenis y mallas

Junto a Maruxa, otras muchas deportistas llamaron la atención el domingo pasado en la Carrera de la Mujer de A Coruña. Y, si no, que se lo pregunten a Eva Friebel, una canaria que vive en Narón y que, poco antes de que pitasen la salida, se encontró con la «sorpresa» que le organizaron sus amigas Berta, Pía, Olga, Ana y Verónica. «Me caso el próximo 14 de octubre y, cuando faltaba poco ya para la carrera, sacaron una bolsa y me disfrazaron de arriba abajo con una banda de ‘Viva la novia’, un ramo de flores y una corona dorada», comenta entre risas esta enfermera que en Narón comanda el centro educativo Impronta.

La suya fue una despedida sin boys ni champán, pero más no la pudo disfrutar. «¿Vergüenza yo por correr así? Vergüenza ninguna... ¿no ves que soy canaria», dice una mujer que se siente muy concienciada con la lucha contra el cáncer. «Una amiga mía murió con leucemia a los diez años y aquello me marcó tanto que creo que por eso después decidí hacerme enfermera», explica Eva Friebel.