Un feirón para coleccionistas con ojo

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

JOSE PARDO

Desde relojes que se fabricaban en A Coruña con maquinaria suiza hasta porcelana o antigüedades se pueden encontrar en el gran mercado cada tercer domingo de mes

21 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada tercer domingo de mes en Irmandiños se forma un mar de puestos que atraen a cientos de personas y que se extiende hasta la alameda del Carbón. Una mitad acude con ansias, casi con mono de encontrar tesoros; la otra, con la mirada distraída a punto de iniciar una disputa familiar que siempre comienza con la misma frase: «Pero... ¿Para qué quieres eso?». Así mismo replicaba uno de los que ayer se llevaron bolsas a casa cargadas de tacitas de porcelana desparejadas, cucharones de plata o hasta un jamón empezado, que se ofrecía en la alameda, donde se colocan los ambulantes con la mercancía más típica de un rastro.

De todo, hasta aperos antiguos, se dispone en el suelo de esta área en la que la mayoría de las transacciones suponen apenas un par de euros, como las teteras de latón (peltre) rojo muy de moda en las propuestas decorativas más vintage: «Pues me han dado las dos por tres euros», presumía una de las compradoras ante otro de los habituales del mercado, el cocinero José María Jordán, que ya casi ejerce como consultor entre los que buscan alguna pieza. Tras encontrar unos cuchillos japoneses profesionales con hoja de acero vanadio, ayudó a unos amigos a buscar una pieza para su salón y al terminar la jornada dio a conocer su «botín» en las redes sociales: un espejo o platos en forma de pez que colecciona y con los que decora su Timón bar, entre otras gangas.

Relojes coruñeses

El feirón también cuenta con una gran parte dedicada al textil, que se concentra en Irmandiños. Muy cerca se coloca siempre puntual un puesto familiar con clientela fija en la ciudad. Es el de Pablo Vázquez, un vendedor de 33 años que asegura que lleva con esta actividad desde que era niño. Tanto él como su hermano heredaron la pasión por los relojes de su padre y la convirtieron en su vida laboral. Pablo muestra sus piezas y, de paso, relata historias como la de relojes Savar: «Tenían maquinaria suiza, pero se montaban en A Coruña, en un local de Santa Catalina». En la mesa de este vendedor hay un catálogo muy amplio de estos y otros modelos: desde piezas setenteras a algunas con varios siglos de vida. No todos funcionan, pero eso ya lo advierte el vendedor que incluso ofrece garantía y que también cuenta con tesoros para los amantes de la filatelia o las postales. Pablo, su padre y su hermano recorren muchas ferias, pero dejan claro que no se pierden la de Ferrol: «Es de las mejores».