De las lecturas

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

12 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Agosto es el mes en el que uno se promete a sí mismo volver, con ojos nuevos, a alguno de los libros que, por mil razones -elijan ustedes la que prefieran-, abandonó en otro tiempo. Pero, al final, eso casi nunca sucede. Las largas tardes del verano, al igual que sus madrugadas, suelen llevarle a uno, en las horas de lectura, no a lo que pretendía imponerse, sino a lo que más lo divierte. Por eso este es el tiempo, sin ir más lejos, de saborear de nuevo la prosa, extraordinariamente eficaz, de Simenon. En especial, cualquiera de los libros protagonizados por el comisario Maigret, que ya parece un poco pariente nuestro (por cierto, y disculpen que nos salgan ramas de nuevo: el gran Basilio Losada conoció personalmente a Simenon, con el que creo recordar que habló en Bélgica; y lo que le dijo el autor de La casa del canal, si valiese para poner aquí, se lo contaría yo encantado a todos ustedes, ya lo creo). También es muy bueno agosto para leer al mejor Conan Doyle, que no es solo el de las historias de Sherlock Holmes, por otra parte siempre estupendas. Y por supuesto para frecuentar las novelas de Henning Mankell, cuya calidad quedó un tanto oculta tras su éxito (personalmente yo les sugeriría no solo la serie protagonizada por el inspector Wallander, sino en especial Profundidades, que para mi gusto particular, y nunca me cansaré de repetirlo, es su gran libro). Pero yo, por mi parte, me dispongo ahora, además, a volver a sumergirme en las páginas de El cuento de sirena, de Gonzalo Torrente Ballester. Y esta noche regresaré a las de El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flórez, que como saben vivió largo tiempo en Ferrol, donde una vez lo tiraron a una fuente.