¿Sabes por qué lanzamos mensajes en botellas al mar?

Museo Naval FERROL

FERROL CIUDAD

Museo Naval

Lo más probable es que den vueltas por el oceáno sin llegar a un destino concreto

06 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las posibilidades de que mensajes lanzados al mar, encerrados en botellas, lleguen a una costa a miles de kilómetros de distancia, y que además pudieran ser leídos por otras personas, son verdaderamente escasas. Lo más probable es que den vueltas por el inmenso océano sin llegar nunca a un destino concreto. Entonces nos podríamos preguntar, ¿por qué la gente sigue haciéndolo?, ¿por la necesidad innata de comunicarse y ser escuchados?, ¿por romanticismo?, ¿por optimismo?, ¿o porque simplemente al ser humano le gustan los retos? Además, ¿por qué no vamos a pensar que nuestro mensaje pueda dar la vuelta al mundo y llegar a un destinatario al que, seguramente, le haga una ilusión inmensa?

Los mares y océanos son inmensos… Por ello nos podríamos plantear otra pregunta: ¿qué posibilidades tenemos de que al tirar una botella al mar, esta sea recogida a miles y miles de kilómetros? Como es normal la mayoría acaban dando la vuelta al mundo sin apenas tocar tierra, pero se han dado algunos casos sorprendentes y además muy bien documentados, en determinadas historias que despiertan nuestro asombro. Frágil como es, una botella bien cerrada es uno de los objetos más marineros del mundo. Los huracanes y las grandes tempestades pueden hundir grandes barcos, pero la mayoría de los envases de vidrio no hay quien los hunda…

El uso de las botellas también ha sido utilizado para fines científicos, tales como predecir los movimientos de las mareas negras, las minas, e incluso los bancos de peces… En este sentido es imposible predecir la dirección de una botella. En una ocasión, se hizo un experimento lanzando dos botellas a la vez en las costas de Brasil. Una de ellas apareció en una playa de África, mientras que la otra arribó a las costas de Nicaragua. Como es lógico, las corrientes marinas son el factor determinante para ello.

Muchos son los casos curiosos sobre este tema. A modo de ejemplo podríamos comentar que en 1953 una botella fue hallada en Tasmania y una señora reconoció la letra de su hijo que había muerto poco después de lanzarla al agua 35 años antes, cerca de Francia.

El buque escuela Juan Sebastián Elcano, perteneciente a nuestra Armada, practica una bonita costumbre: todos los días, a las 12.00 horas, los guardiasmarinas envían un mensaje en una botella con la fecha y posición del barco. Su propósito es averiguar si alguien lo encuentra en alguna playa del mundo. Se cuenta que en uno de los viajes y después de 330 días de haber sido lanzada, recibieron una carta con una feliz contestación que decía concretamente: «Ola, soy edras del país de belze. Encontre su carta en una botella en las playas de ambergris caye belize o sea san pedro la isla bonita. Me complasco en embiarles su carta de vuelta». Yujuuu...

Dentro del campo romántico podríamos contar una bonita historia de amor se trata de Paulina y Ake Viking.

Un aburrido joven marinero sueco mientras navegaba en alta mar, decidió lanzar una botella con un mensaje pidiendo a cualquier chica que la encontrara que le respondiera, de estas casualidades de la vida, el padre de Paulina, un pescador siciliano, continuó con lo que pensaba que era una broma y se la dio a su hija para que esta le devolviera otro mensaje por el mismo medio ¿os podéis imaginar el resultado? Ake visitó Sicilia, y acabaron casándose.

Pero posiblemente uno de los casos más impresionante haya sido el de Chunosuke Matsuyama, concretamente un marino japonés que naufragó con 44 compañeros en 1784. Poco antes de que él y sus compañeros murieran de hambre en un arrecife de coral del Pacífico, Matsuyama escribió un breve relato de su tragedia en un pedazo de madera, lo selló en una botella, y la arrojó en el mar. La botella estuvo durante 151 años a la deriva hasta que 1935 arribó a la costa del pueblo donde curiosamente había nacido nuestro personaje. Un caso impactante cuanto menos. Se cree que el viaje más largo fue hecho por una botella a la que se le puso un nombre que todos conocemos de un barco y una ópera conocida: «El Holandés Errante». Fue lanzada por primera vez por parte de una expedición de científicos alemanes en 1929 en el sur del Océano Índico. En el interior había un mensaje que se podía leer sin romper la botella, pidiéndole al que la encontrara que lo notificase y la lanzara de nuevo al mar… Arribó a las costas de América del Sur. Allí se encontró, se informó del hallazgo, y fue arrojada de nuevo… Posteriormente se trasladó hacia el Atlántico, luego fue a parar Océano Índico, pasando por más o menos el lugar donde se había lanzado, y volvió a aparecer en la Costa de Australia en 1935. En total fueron 2 años los que invirtió en hacer su periplo, un promedio de velocidad más que respetable…

Si tratamos de encontrar cual fue la botella más antigua encontrada tendremos ciertos problemas pues muchos afirman haber encontrado los más antiguos mensajes. Por ejemplo, tres pescadores alemanes recogieron del mar Báltico una carta escrita hace 101 años en un recipiente de vidrio cuando quedó atrapado en sus redes mientras faenaban a 2 kilómetros del faro de Kiel, pero hay muchos otros casos.

Como podéis ver, el tema no es científico, pero sí unido a la tradición marinera y de gran interés general.