Ferrol y su gente

Manuel Couce FERROL

FERROL CIUDAD

30 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La ventaja que tenemos los que vivimos por estas latitudes es que en otras partes del mapa creen que aquí llueve todos los días. Pues no. Llevamos unos veranos con un tiempo envidiable, una prueba de ello es que se agotan las chanclas en los comercios y la mayoría de la gente anda con desaliño indumentario, que es lo que se lleva, y no es una novedad significativa. En Ferrol es digno de admirar las grandiosas instalaciones de la Universidad, del Departamento Marítimo, los cachorros trasatlánticos, los astilleros, también una parte antigua de la ciudad... En la costa está el inmenso mar abierto con su agua cristalina. Meter allí la cabeza con gafas es como entrar en un documental de Jacques Cousteau. Y esto ocurre en las playas de Esmelle, Covas o San Jorge, desde siempre. Cuando llueve son gotas de agua bendita que se agradecen y al parecer se adelgaza comiendo los productos de la tierra al aire libre. Como digo, aquí ya escampó hace tiempo y por las noches se duerme como un tronco. Y si sale el día nublado, es tiempo para visitar el Museo Naval, el de Historia Natural, el Ateneo, el Torrente o el Carballo Calero. Por las calles vemos como creció el número de peregrinos del Camino Inglés y de ciclistas, que vienen a aumentar el trabajo de las señales de tráfico. Y si sales de compra, los recomendables autónomos son el Amador y el Rápido. Después hay hípers chinos por todas partes.

 Y por lo que respecta a nuestros templos gastronómicos, aparte de deleitar el paladar con exquisito marisco de este bravo mar, está el buen hacer de las cocinas de O Xantar; O Parrulo; A Gabeira; Meirás; Picasso; Casalexo; el Caserío; A Pousada das Ánimas y un largo etcétera.

Por las tardes los niños se divierten en los parques con el juego más antiguo de la humanidad, el escondite. Y por las noches hay macrocitas lúdicas de jóvenes en las que ellos mismos conforman la cabeza de cartel de la fiesta.

Esto es Ferrol resumido en medio folio, su gente se hace pasar por la izquierda razonable, es movilizada cuando lo demandan los sindicatos. Últimamente hay un alarmante éxodo de residentes, y es que esta ciudad está aburriéndose a sí misma. Esta vez el poder local no saca rendimiento a la oportunidad de renovarse, pues tenemos unos políticos de madera, no tienen emoción por su trabajo. Y los ferrolanos están galvanizados con la crisis laboral mientras las autoridades miran para otro lado.