«Al menos la literatura hace justicia con José Aranguren»

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

CAPOTILLO

Mañana presenta en Exponav el libro «Recordarán tu nombre», sobre el general ferrolano

27 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lorenzo Silva (Madrid, 1966) presenta mañana en la Fundación Exponav (a las 19 horas) Recordarán tu nombre, un libro del sello Destino al que ha dedicado ocho años y que le ha arañado el corazón. Narra la historia de un general ferrolano que se mantuvo firme en la legalidad constitucional en el 36 y no por «ideas políticas, sino porque era su deber». Nadie se lo ha reconocido, excepto su familia y ahora Lorenzo Silva que tiene claro que «al menos la literatura hace justicia con José Aranguren Roldán, menos mal que a veces sirve para estas cosas».

-¿Va a hablar de un héroe ferrolano y de su verdugo, también de esta ciudad?

-Cuando me tropecé con la historia de José Aranguren me di cuenta de que tenía todos los ingredientes de una gran novela. La realidad me ofrecía una historia en la que no tenía que inventar nada, solo recoger los detalles y uno de los más novelescos es precisamente que la vida del protagonista acaba en las manos de alguien que era de su misma ciudad y con la que había tenido relación personal y profesional. Ellos coincidieron por primera vez en Alhucemas en al año 25, Franco era general y Aranguren era el jefe de la Guardia Civil en Marruecos. Al menos en actos oficiales tuvieron que cruzarse, pero donde se vieron sin ninguna duda, además hay fotos de ambos juntos, fue en el año 32 en A Coruña, cuando Franco era el jefe militar y Aranguren el del Instituto Armado en Galicia. Pero es que, además, tenían una relación de amistad, casi de familia, por la mujer de José Aranguren.

-Nada de eso sirvió para impedir la pena de muerte...

-Franco ni siquiera se opuso a que se fusilara a su primo, con el que compartió la niñez y que era una parte de la familia que lo había acogido, junto a sus hermanos, cuando fueron abandonados por su padre. Además, en el caso de Aranguren pesaba otra razón: se trataba de una figura que había que suprimir: se trataba de un militar que venía de la misma academia, que también había estado en Marruecos, pero no se sublevó cuando se lo requirieron. Y eso que José no tenía ideología política, solo acató con verdadera lealtad y convicción el ideario del guardia civil, que es la neutralidad política, ya desde el Duque de Ahumada en el 1844. Aranguren era muy católico y probablemente una persona de orientación conservadora y seguramente no le gustaban algunas de las cosas que sucedían en los gobiernos, pero había prometido mantener su lealtad a la República y fue fiel a ese compromiso. Además, hay que recordar que, en contra de lo que se dice, la República no se había desmoronado y Aranguren se encontraba en Barcelona luchando precisamente contra movimientos revolucionarios y subversivos. Él se mantuvo fiel al gobierno y al régimen legal que seguía funcionando y no había marxistas en el gobierno, esos llegaron después. Fue capaz de provocar el fracaso en Barcelona del alzamiento.

-La injusticia contra Aranguren también la sufrió su abuelo ¿por eso le cautivó tanto la historia?

-Es que tuvieron el peor premio posible por ser íntegros: vieron como se truncaba su vida. A mi abuelo no lo asesinaron, pero lo expulsaron de la policía sin que se le pudiera probar ningún crimen.

-Se ha conseguido silenciar su recuerdo hasta ahora, aunque su familia siempre lo mantuvo vivo.

-Es el gran referente de una familia que es muy extensa. Han guardado toda su memoria, sus fotografías... Su hoja de servicios la tenemos, porque ellos la conservaron, ya que desapareció de los archivos oficiales. Ellos estaban resignados a que su antepasado cayera totalmente en el olvido, dejaron de esperar que nadie lo rehabilitara nunca. Hay que pensar que Aranguren se le fusiló como reo en rebelión militar después de un juicio grotesco en el que los criminales fueron más bien los que dictaron esa sentencia y esa pena nunca se ha revocado. Su ciudad, Ferrol, también lo olvidó, al igual que la Guardia Civil o Barcelona, la ciudad por la que perdió su vida.