Semblanza de la primera mujer de los Batallones de Marina

La Voz

FERROL CIUDAD

En el siglo XVIII, Ana María de Soto se hizo pasar por hombre para entrar en el ejército

12 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Sabías que una mujer española fue también la primera Infante de Marina del mundo? Ya hemos comentado en otra ocasión la figura de Isabel Barreto de Castro (1567-1612) como la primera mujer que ha ostentado en la historia el título de almirante, así reconocida por su valentía en la mar y en el servicio de las armas, participando en multitud de expediciones descubridoras a lo largo del Pacífico, en aquellos lejanos tiempos en que estaba prohibido llevar mujeres a bordo.

Cuando hemos conmemorado de nuevo el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), es justo rendir homenaje a tantas mujeres valientes en la historia que igualmente sirvieron en la milicia cuando este trabajo estaba vedado a las féminas y, al mismo tiempo, reconocer su meritoria contribución al avance de la sociedad y, en particular, en la conquista de la igualdad de derechos laborales para las mujeres. Por ello podemos recordar a Ana María de Soto, otra gran española que vivió durante el siglo XVIII y que tiene en su haber el mérito de ser considerada la primera mujer que sirvió en los Batallones de Marina, antecedente inmediato de las fuerzas de élite que hoy conocemos como Infantería de Marina española, la más antigua del mundo.

Siempre que se habla de héroes se piensa en hombres, olvidando casi siempre el protagonismo de las mujeres, que también lo hubo y muy importante como bien nos enseña la historia (Juana de Arco, María Pita o Agustina de Aragón, entre otras). Ana María de Soto, nacida en Aguilar de la Frontera (Córdoba), con tan solo 16 años y haciéndose pasar por hombre como «Antonio María de Soto», se alistó en los Batallones de Marina en 1793, parece ser que atraída por el vistoso uniforme de un infante de Marina que se presentó en su pueblo natal. Desde los primeros tiempos en que entró a servir en la Isla de León (actual San Fernando, Cádiz), demostró tal aptitud que llegó a granjearse el aprecio y la simpatía de todos sus compañeros y superiores. Durante los cinco largos años y cuatro meses que figuró como soldado de Infantería de Marina, asistió a varios hechos de armas por mar y por tierra, conduciéndose en todos ellos con arrojo y bravura. Así, estuvo embarcada en las fragatas Mercedes y Matilde; participó en el ataque a Bañuls en Cataluña, en la defensa y abandono de Rosas contra los franceses (1794), en el combate naval de Cabo de San Vicente y en las lanchas cañoneras de la defensa de Cádiz contra los ingleses (1797).

Antonio (Ana) María de Soto desembarcó de la fragata Matilde el 7 de julio de 1798 cuando, por sorpresa, al someterse a un rutinario reconocimiento médico, se descubrió su verdadera condición de mujer, recibiendo pocos días después la licencia absoluta del servicio. Pero en atención a «la heroicidad demostrada y a su acrisolada conducta», su majestad el Rey Carlos IV le concedió (por Reales Órdenes de 24 de julio y 4 de diciembre de 1798) el sueldo y grado de sargento mayor, «para que pueda atender a sus padres». El sueldo era de dos reales de vellón diarios, y se le autorizaba asimismo a usar las divisas de su rango y los colores de los Batallones de Marina (Infantería de Marina) en sus ropas de mujer.

Sirva pues su ejemplo para reconocer la labor realizada por las mujeres de todos los tiempos que sirvieron y siguen sirviendo hoy en la milicia.