La madre de un niño enfermo renal pide ayuda para los viajes al hospital

FERROL CIUDAD

ANGEL MANSO

Adrián no responde al trasplante y tiene que ir a revisión a Santiago cada cuatro días

27 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La joven ferrolana Lidia Bonome y su hijo Adrián Salazar Bonome, de 13 años, ya fueron noticia en mayo pasado, cuando ella solicitó ayuda y se produjo una avalancha de solidaridad para ayudarle a costear los gastos de los desplazamientos al hospital de Cruces, en Baracaldo, donde trataban al menor, diagnosticado de insuficiencia renal terminal secundaria. Ahora vuelve a apelar a esa solidaridad, ya que Adrián no responde bien al trasplante de un riñón que le hicieron en agosto en el hospital vizcaíno. De hecho tiene un virus, por lo que requiere de constantes reingresos y de un seguimiento permanente que le realizan en el Clínico de Santiago de Compostela.

Ahora mismo ya lleva más de un mes ingresado, pero cuando está en su casa tiene que desplazarse al hospital cada cuatro días para ver cómo evoluciona su enfermedad.

Lidia, que tiene otro hijo de nueve años a su cuidado, y, si bien cuenta con la ayuda de su exmarido, que está en el paro, para atender a los menores, económicamente solo dispone de los 318 euros de una ayuda familiar -de la que tiene que detraer el alquiler de la vivienda municipal de Recimil en la que residen, además del agua y la luz- y un vale para comida de 140 que le aporta la asociación de lucha contra las enfermedades renales, Alcer. Su padre y abuelo del niño les ayudaba mucho, pero su muerte, que se produjo hace un mes a la edad de 57 años, supuso otro varapalo para la familia.

Los constantes desplazamientos que tienen que hacer al hospital de la capital de Galicia los realiza en su propio coche, porque los médicos le recomiendan que el niño no utilice ambulancias para evitar infecciones por virus.

La madre de Adrián explica que los 4.000 euros de donaciones que recibieron en mayo pasado ya se han agotado, por todos los gastos que llevaban aparejados los viajes y las estancias en Baracaldo. El trasplante se llevó a cabo el 23 de agosto. «Me llamaron a las tres de la madrugada y a las ocho ya teníamos que estar allí, porque el riñón del donante llegaba a esa hora en un helicóptero», señala Lidia, añadiendo que ya entonces se vio obligada a pedir ayuda a los vecinos para poder realizar el viaje.

Según explica, «el nuevo riñón le está dando mucha guerra, porque también tiene la vejiga obstruida, lo que obliga a mantener la sonda para evitar que la orina regrese al riñón». Hubo más complicaciones, porque se le disparó la diabetes, por lo que, entre unas cosas y otras, el niño está tomando al día unas 50 pastillas. La medicación y los problemas asociados hacen que el pequeño «esté hinchado como si fuese un obeso», señala la madre.

Su caso está siendo investigado por los médicos que lo atienden, sobre los que Lidia habla maravillas. «Adrián está luchando como un guerrero y aquí -por el Clínico de Santiago- nos están tratando muy bien, hasta el punto de que cuando les sobran raciones incluso me dan a mí la comida o me traen un bocadillo», apunta la madre del menor.

No obstante, apela de nuevo a la solidaridad ciudadana «para poder luchar con él». Las personas que quieran colaborar pueden hacer sus aportaciones en la cuenta de Abanca abierta a nombre del niño, Francisco Adrián Salazar Bonome.