«En la música, el sentimiento y la técnica tienen que ir unidos»

FERROL CIUDAD

M. MORALEJO

El pianista ferrolano Pablo Galdo recibe hoy en el Jofre, junto a Los Tres Solitarios, el premio Gregorio Baudot de la SAF

04 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy • Teatro Jofre • 20.00 horas • Gratis (las invitaciones se pueden recoger en la taquilla) •

El pianista Pablo Galdo Vigo (Ferrol, 1978) moverá esta noche sus mágicos dedos para hacer sonar composiciones de Bach, Liszt, Skriabin, Juan Durán y Petitgirard sobre el escenario del Jofre. El concertista internacional -también profesor de piano en el Conservatorio de Vigo y en la Universidad Alfonso X El Sabio- regresa hoy a su ciudad natal para recibir, de manos de la Sociedad Artística Ferrolana (SAF), el premio Gregorio Baudot de la Música, un galardón que comparte con el veterano trío de boleros Los Tres Solitarios.

 -¿Emocionado por el premio?

-Me siento muy agradecido por el hecho de que hayan pensado en mí para este premio, porque supone un reconocimiento a toda mi trayectoria. Además, me hace mucha ilusión recoger el galardón en mi ciudad y poder volver actuar en el Jofre. Toqué dos veces allí, en el 2006 y hace unos cinco años, y puedo decir que tiene una acústica estupenda.

-Actualmente alterna su trabajo de profesor con sus giras como concertista. ¿Es difícil compaginar docencia e interpretación?

-La verdad es que resulta complicado, sí, pero no es imposible. Ahora mismo, por ejemplo, ya estoy preparando una gira de conciertos para el próximo año por varias islas del Caribe, Tailandia y Japón, que está pendiente de confirmar fechas. Se trata de una gira que me hace especial ilusión, porque siempre he querido tocar en Japón. Me parece un país fascinante y súper interesante.

-Cuando se sienta al piano, ¿qué es lo más importante para usted, la técnica o el sentimiento?

-Yo creo que la técnica y el sentimiento tiene que ir unidos. De hecho, la palabra técnica proviene de un término griego, techne, que significa arte. Y es que al final todo es uno. Lo más triste que le puede pasar a un músico es que sea capaz de tocar todas las notas, que sea muy correcto, pero que eso que interpreta no le diga nada a quien lo escucha. La música está para transmitir sentimientos y dárselos al público. Hay muchos músicos muy correctos, que no fallan ni una nota, pero no dicen nada. Y eso es muy triste. Es como si ves un cuadro muy bonito o una danza perfectamente ejecutada pero que te transmiten nada de nada.

-Si tuviese que elegir entre la docencia y la interpretación, ¿con qué se quedaría?

-Con la interpretación, porque me encanta tocar para el público, pero debo decir que la enseñanza también me llena mucho y aprendo mucho de ambas facetas. Poder transmitir todo lo que he aprendido a mis alumnos es muy satisfactorio.

-¿A quién debe su amor por la música?

-Mis padres me metieron en el Conservatorio de Ferrol a los ocho años. Mi hermana mayor ya tocaba el piano y me animé, pero realmente no me di cuenta de que quería dedicarme a esto de forma profesional hasta algunos años más tarde y fue entonces cuando me puse a estudiar en serio.

-¿Los alumnos de Conservatorio deben invertir horas y más horas para poder mejorar?

-Yo creo que es más una cuestión de calidad que de cantidad. La gente piensa que hay que dedicarle muchas horas, pero lo importante es que el tiempo que se dedique a la música se aproveche bien. Hay que saber rentabilizar el tiempo, no tirarlo a la basura.

-¿Quiénes son sus referentes?

-Uff... ¡Hay tantos! me siento muy cercano a Rajmáninov y a todos los compositores rusos. También me gustan muchos los románticos... Y por supuesto, Bach.