«El yoga te da confianza y seguridad»

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

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La catalana Ana Balboa viaja por los cinco continentes a causa de su trabajo, pero, para ella, Ferrol es «la mejor ciudad del mundo». Aquí ha construido su hogar y puesto en pie la escuela Ashtanga Yoga

18 oct 2016 . Actualizado a las 18:37 h.

Ana Balboa (La Seu D’Urgell, Lérida, 1970) podría vivir en cualquier parte del mundo. Trabaja para una compañía internacional que le obliga a viajar por los cinco continentes -un día puede estar en San Francisco y dos semanas después en Singapur-, pero, cuando hace cinco años le llegó el momento de elegir un lugar para echar raíces, no lo dudó dos veces. Y se quedó con Ferrol. De aquí es su marido y también aquí ha encontrado el escenario perfecto para montar su hogar y dirigir una escuela en la que dar rienda a la mayor de sus pasiones: el ashtanga yoga.

«¿Que por qué Ferrol? Pues porque, para mí, esta es la mejor ciudad del mundo. Se puede ir andando a todas partes, la comida está riquísima, tenéis unas playas preciosas, unos edificios modernistas espectaculares, respiráis aire sano... Y encima los niños aquí están a salvo de todo, pueden estar solos en la calle y no corren peligro», comenta sonriente Ana, que decidió establecerse en Covas tras haber vivido en Cataluña, Toledo, Londres y Santiago.

Aunque por su trabajo está viajando constantemente, entre idas y venidas Balboa todavía tiene energía para dirigir la escuela Ashtanga Yoga en la calle Alcalde Usero. El centro abrió sus puertas el pasado mes de febrero y aunque está especializado en el ashtanga -un estilo de yoga más enérgico y dinámico, en el que las posturas (asanas) se hilvanan con la respiración (pranayama) y el foco de la mirada (drishti)-, también ofrece clases de la modalidad hatha y de yoga integral, prenatal y postnatal.

«Es difícil explicar con palabras en qué consiste cada estilo; lo mejor es probar, experimentar y elegir aquel que encaja mejor con nuestras personalidad», apunta Balboa.

Poder de la mente

Ana descubrió el yoga en el año 1999, cuando vivía en Inglaterra, y asegura que aquello le cambió la vida. Reconoce que en aquella época no era nada «espiritual», venía del mundo del atletismo y le gustaba sobre todo el trabajo «físico», pero el yoga le ayudó a descubrir el poder de la mente. «Todo fue gracias a mi marido; yo tenía problemas en una rodilla por una operación que me acababan de hacer y él me animó a ir a yoga para ver si me ayudaba con la recuperación. Aquello fue como un flash. Algunas de las posturas no las hacía por miedo a hacerme daño, pero Leslie, mi profesora, me dijo: ‘el problema no está en tu pierna, sino en tu cabeza’. Eso produjo en mí un cambio psicólogico importante. Me di cuenta de que todo está conectado, el cuerpo y la mente, y en apenas ocho meses ya era capaz de hacer muchas posturas que creía que jamás podría ejecutar», rememora.

A partir de aquel momento, Balboa no dejó de formarse para aprender la milenaria práctica oriental. Tuvo muchos maestros, pero cita a dos. El ashtanga lo aprendió de la mano de David Swenson -discípulo del reverenciado Pattabhi Jois y referente mundial del yoga-, mientras que los secretos de la modalidad hatha los descubrió en Vigo con Manuel Agulla, más conocido como Mádhana.

«Aún a día de hoy me sigo formando porque nunca se deja de aprender. Hay grandes maestros y los alumnos que tengo y he tenido han sido también mis grandes profesores», advierte.

Ana asegura que, además de fortalecer el cuerpo, el yoga robustece la mente, porque «dejas de tener miedos y te da mucha confianza y seguridad». «Pero sobre todo, al menos en mi caso, el yoga me ha servido para tomar conciencia de la naturaleza que me rodea y verme a mí misma como parte de ella. Somos un microsistema dentro de un macrosistema y todo está conectado». Es palabra de yogui.

EN CORTO

Equipo. Además de Ana Balboa, en la escuela también dan clase de yoga Otto McKinlay, María Rodríguez y Raquel Fernández. María Dolores Reinoso ofrece sesiones de armonización aural y Sabela Naranjo imparte talleres de inteligencia emocional.

Dónde. En el número 23 de la calle Alcalde Usero.