La luz y la vida

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

15 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Escribir a mano, en las hojas de pequeños cuadernos cuyo papel parece alegrarse con la llegada de la tinta, a poder ser con una pluma estilográfica en la que ya haya dejado su huella el paso del tiempo y mientras el aroma del café perfuma el aire, hace que los libros sean diferentes. Estoy absolutamente convencido de ello. Y no digo que mejores -aunque tampoco peores, por supuesto-, sino otros libros distintos. Lo mismo ocurre con las cartas, sin ir más lejos. (Qué importantes son las cartas, por cierto, cuánto de nosotros queda en ellas. Lástima que el correo postal, esa maravilla que a veces nos ha hecho tan felices, y que en el pasado nos permitió comunicarnos hasta con los Reyes Magos de Oriente, tenga cada vez menos adeptos). «Escribir a mano es una forma de pensar», dice un amigo mío de Ourense, matemático de mucho mérito. Y a mí me parece que, además de una forma de pensar, escribir a mano es otra manera de mirar el mundo. Ahora mismo, y mientras les estoy escribiendo a ustedes esta columna que también es como una carta siempre, acabo de ver (las pausas no quedan reflejadas en la letra de molde ni en los espacios en blanco que la rodean, pero yo se lo cuento) a otros amigos míos, que llevaban a su bebé, un bebé precioso, con ellos. Me emocionó la curiosidad infinita con la que ese bebé observaba cuanto había a su alrededor, como si en sus ojos ya anidase -probablemente así sea- la secreta sabiduría que habita el mayor de los milagros, el milagro de la vida. No puede haber mejor luz que la de unos ojos así. Que es la luz del futuro, por supuesto. Una luz que está haciendo que a esta hora Ferrol sea, incluso, un poco más bello.