La responsabilidad que los 25 concejales del arco municipal tienen con la ciudad de Ferrol es muy grande. Son, nada más y nada menos, que los representantes de miles y miles de vecinos de diferentes edades, barrios e ideologías a los que, eso sí, une un sentir común. Depositaron sus votos en las urnas para los comicios locales pensando que era lo más acertado para mejorar el presente y el futuro de su ciudad. Conviene recordarlo. Porque responder a esa confianza no es, para nada, una tarea menor.
La semana que queda atrás ha traído la plasmación de lo que ya estaba más que cantado y contado. La ruptura entre FeC y la parte del PSOE liderada por Sestayo estaba solo condicionada por los resultados de las autonómicas. Ganó Feijoo, y a las pocas horas, se rompió la baraja.
¿Y ahora qué? Pues, de momento, un gobierno de seis de Ferrol en Común que puede sumar ocho si logra los respaldos de Rosa Méndez y María Fernández Lemos -que se presentaron en las listas del PSOE- y de diez si consigue los votos del BNG para todas y cada una de las cuestiones que lleve a pleno. Pero no basta. Más allá de las luchas internas, más allá de los recados, más allá de las interpretaciones que se le puedan dar a este tsunami político tan, por otra parte, predecible, la pelota está ahora en el tejado del alcalde Jorge Suárez, que debe andar abrumado con todas esas competencias que ha asumido. Solo le queda negociar y renegociar con todos -PP incluido- para lograr sacar algo adelante. De lo contrario, cada pleno será una repetición del celebrado el jueves. Ahora se verá, a las claras, a quién le pesa la responsabilidad adquirida con Ferrol y a quién no. Lo demás será palabrería.