Ante la Unesco

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL CIUDAD

16 sep 2016 . Actualizado a las 23:25 h.

Antes o después, el Ferrol de las Luces, el del legado de la Ilustración, será reconocido oficialmente, por la Unesco, como lo que verdaderamente es: Patrimonio de la Humanidad. Más allá de otras consideraciones, hay argumentos de extraordinario peso que juegan a favor de su candidatura. En primer lugar está su carácter de conjunto; un conjunto formado por el Arsenal, las fortificaciones de la ría, el propio trazado de la ciudad -tan parecido, con su devoción por las líneas rectas, a una tableta de chocolate- y, por supuesto, edificios como la concatedral de San Julián o el antiguo Hospital de Caridad. Y en segunda instancia, su indudable singularidad. El Ferrol del siglo XVIII es algo absolutamente único, y aun me atrevería a decir que irrepetible. Una ciudad creada ex novo -como les gusta recordar a los historiadores- cuando el mundo, apostando por el conocimiento, trataba de dejar atrás, de la mano de la Razón -de la Razón escrita así, con mayúscula-, las sombras del pasado. Sería bueno que el reconocimiento de la Unesco dejase de acumular retrasos. Que Ferrol sea por fin Patrimonio de la Humanidad -o Patrimonio Mundial, como prefieran decirlo-, y que la ciudad reciba el título que ya han recibido monumentos tan queridos, por citar solo dos ejemplos, como la catedral de Mondoñedo o la Torre de Hércules, permitirá dar a conocer internacionalmente tesoros a los que no siempre se les ha querido como merecen. Pero, mientras tanto, mientras aguardamos a que ese momento llegue, seamos conscientes nosotros del valor de lo que tenemos. Las cosas son lo que son, no lo que se dice de ellas. Y todas esas piedras fueron vidas. Conviene tenerlo en cuenta.