«El Ponzos tiene una alegría contagiosa, yo estoy jubilada y sigo viniendo»

Bea Abelairas
Bea Abelairas FERROL

FERROL CIUDAD

Lupe Silva se puso ante el espejo y ante la valla que coloreó con los alumnos el año pasado.
Lupe Silva se puso ante el espejo y ante la valla que coloreó con los alumnos el año pasado. ángel manso< / span>

Lupe Silva, exprofesora del colegio, llegó al centro de Ultramar cuando se estaba estrenando y allí se quedó 23 años

20 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Lupe Silva Santiso colgó su bata de profesora y se jubiló hace dos cursos, pero sigue trabajando para el Ponzos. El pasado año ideó una franja de colores para la valla que rodea la escuela de Ultramar y este está embarcada en la celebración del cuarto de siglo del colegio. Ella llegó al año siguiente de que abriese, con pocos medios y menos profesores aún: «Entonces era cuando se empezaba a escolarizar a los alumnos de tres años y solo había un profesor por aula, tener otro de apoyo parecía impensable, así que era duro a veces porque te encontrabas que tenías que hacerte cargo de 25 niños muy pequeños, 25 bebés».

Un día uno de estos pequeños se acercó llorando con desesperación y le plantó una pregunta de mayor: «Me dijo: ?¿Por qué tienes tantos niños para cuidar tú sola??. Nunca se me olvidará». Como tampoco algunas reacciones de sus alumnos. «Tenía tres niñas que siempre iban juntas y hoy en día son ya chicas y siguen siendo muy amigas, por esos días se aprobó el matrimonio homosexual, así que una se acercó a preguntarme si dos mujeres se podían casar, cuando le dije que sí se fue a hablar con las otras dos y después de debatir ente ellas al rato vino y me espetó: ¿Y tres?».

Cientos de recuerdos tiene Lupe, que reconoce que a pesar del esfuerzo le encantaban las clases de los más pequeños. Estar retirada le da más energía si cabe para pensar en actividades para ellos, como la barrera de colores que ideó el año pasado para el cierre del centro. «Miguel, el director, me pidió que pensase en algo y se me ocurrió hacer como una larga fila de colores que pareciesen los rotuladores o las pinturas que usamos en las aulas. Es algo curioso, pero desde que está coloreado hay un cambio de actitud, es como si diese más energía», cuenta.

Sus maestros de dibujo

Lupe habla con ilusión de niños y de colores, porque entronca con sus dos grandes pasiones: enseñar y la pintura, a la que se enganchó cuando estudiaba en el instituto Eusebio da Guarda de A Coruña, donde apunta que tuvo dos maestros de excepción: los pintores Felipe Criado y Tomás Barros. Como sigue siendo un poco niña, no renuncia a seguir acudiendo a clase y en Ferrol ha elegido un maestro como José González Collado. «Aprendo mucho, los secretos de los óleos, es un gran maestro también, aunque recuerdo con mucho cariño a Tomás Barros», explica una melidense que llegó con poco más de veinte años a poner escuela en la comarca y se quedó para siempre. «Nací en Melide, pero soy ferrolana de adopción, porque aquí llevo más de 40 años», dice.

La semana que viene convocará la primera reunión para organizar los actos con motivo de los 25 años del colegio Ponzos, su último destino y con el que más se ha vinculado por tiempo y por corazón. «Tengo recuerdos preciosos de los niños, como cuando en primavera llegaban con un ramito en la mano de flores que habían cogido, porque se acordaban de ti», cuenta con emoción.

En este centro de Ultramar también se quiere mucho a Lupe, padres y niños le dedican muchos cariños. Ella cree que es fruto del ambiente: «El Ponzos tiene una alegría contagiosa, yo estoy jubilada y sigo viniendo. Es un entusiasmo que nos llega a todos muy dentro».

¿Cómo me veo?: «Todavía me veo como la persona que era cuando tenía 21 o 22 años, cuando empecé a enseñar. ¡Me encuentro repleta de energía!»