Ferrol así sí que mola

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló CRÓNICA CIUDADANA

FERROL CIUDAD

29 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ferrol lució estos días como hacía tiempo que no se veía. Y como muchos ferrolanos desean verla, remontando esa especie de melancolía colectiva en la que nos ha sumido tanto maltrato. Puede que alguien haya encontrado algún brote verde al echarse la mano al bolsillo; puede que ayudasen los insólitas temperaturas con las que se estrenó este invierno.; puede que algunas iniciativas puestas en marcha por hosteleros y comerciantes estén teniendo el resultado perseguido. El caso es que una animación que hacía tiempo que no se observaba -con la excepción de la Semana Santa- se pudo palpar en las calles de Ferrol en este largo fin de semana que comenzó con la Nochebuena.

No es aquí precisamente el mejor lugar para que empiecen a repicar las campanas de la recuperación. La realidad es tozuda: la tasa de paro más alta de Galicia, la más acelerada pérdida de población de la comunidad, la diversificación industrial que viene y va a trompicones, los grandes contratos del naval que se hacen de rogar, la degradación urbanística de varios de los más emblemáticos barrios de la ciudad, las infraestructuras que siguen pendientes en unos Presupuestos del Estado cicateros... Son demasiadas las circunstancias y los indicadores adversos, por eso quizás esos pequeños atisbos de luz se viven con singular alegría en Ferrol.

Hace unos días se recogía en estas páginas el resurgir de la milla de oro comercial de la calle Real, con la reapertura de locales en los que emprendedores locales intentan de nuevo traer vida y riqueza al centro de la ciudad. En los días previos a la Nochebuena se veían aglomeraciones en tiendas y colmados de A Magdalena que encontraron su camino en la especialización. Varios clásicos de la hostelería que se han reinventado ven estos días recompensado el riesgo que asumieron.

Ferrol, con apenas 69.000 habitantes ya, entró hace décadas en una espiral de la que es cierto que, en buena medida, solo los ferrolanos la podemos sacar. Pero no olvidemos que es esta una ciudad demasiado dependiente de las cuentas y de las decisiones del Estado. Las administraciones, desde Madrid a la Plaza de Armas, tienen la responsabilidad de no desbaratar lo que se intuye que puede funcionar. Y que las acciones que se emprendan -como las ordenanzas fiscales aprobadas ayer- no pierdan de vista que políticas sociales son también las que dan como resultado que pequeñas, medias y grandes inversiones no se vayan a otros lugares. Las que contribuyen a la recuperación urbanística y las que fijan población. Bueno sería, además, que se corrija algún error reciente y que las medidas se adopten con reposo, diálogo y participación de los vecinos. Y así, Ferrol sí que mola.