Abarrote en el seguimiento de las primeras procesiones

FERROL CIUDAD

El Domingo de Ramos llenó Amboage y el barrio de A Magdalena

31 mar 2015 . Actualizado a las 11:51 h.

El pistoletazo de salida de la Semana Santa volvió a ser, un año más, multitudinario. Ferrol se echó a la calle junto a sus cientos de visitantes para apreciar el fenómeno que este año estrena el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Y lo hizo con tres procesiones en una de sus jornadas más emblemáticas: la del domingo de Ramos. Así, el santuario de las Angustias procedió a la bendición a las 11.15 horas para dar paso a la salida de la procesión con el trono Jesús Amigo de los Niños, en el transcurso de la cual una mujer se tropezó con un bordillo dañándose la barbilla. Tras la comitiva, como no podía ser de otra forma, discurrieron muchos pequeños.

Los mismos y más se congregaron a media mañana en Amboage, ya que la plaza se convirtió en una auténtica marea de fieles. Como es tradición, todos portaban sus palmas aguardando con expectación el momento de levantarlas para recibir el rocío. Una vez finalizado el acto, que constituye una de las señas de la pasión ferrolana, la procesión de la Cofradía de Dolores y sus dos tronos -San Juan Evangelista y la Borriquita- iniciaron su ruta por el barrio de A Magdalena.

Aceras y balcones atestados

Tal y como se esperaba, los márgenes de las calles estaban dibujados por filas de personas que guardaron su sitio con antelación para ver en primera fila las imágenes. Los balcones, llenos, completaban la estampa junto a los múltiples flashes de las cámaras fotográficas y los móviles de todos aquellos que quisieron inmortalizar el paso de los tronos. Ya caída la tarde, a las 20 horas, la procesión del Ecce Homo comenzó a andar desde la capilla de la Orden Tercera para recorrer el centro de la ciudad, que volvió a contar con numeroso público.

La imagen que le da nombre a la marcha, junto con la de San Pedro Apóstol y la del Cristo de la Buena Muerte, trazaron su camino en una jornada en la que el tiempo permitió que se luciesen.