El revoltijo económico en el que está sumido Ferrol desde hace años -demasiados ya- es el caldo de cultivo perfecto para poner sobre la mesa grandes iniciativas. El marco ideal para tapar las carencias y la falta de empleo cacareando una y otra vez las bonanzas de la diversificación, de la renovación industrial, de la regeneración...
Ya. Eso se lo pueden contar con la boca bien llena los responsables políticos a los más de 19.000 parados que sumamos en la zona. A ellos y a todos los que están pendientes día tras día de mantener el empleo que tienen. Temblando ante la posibilidad de quedarse también en la calle. Seguro que se lo creen.
Es que las cosas son como son. Por mucha cortina de humo que se suelte. Por mucha milonga. Plan Ferrol, reindustrialización... ¿Ha cuajado algún gran proyecto apoyado al abrigo de esas propuestas? No. Ninguno. No ha llegado ni una sola empresa, ni un solo sector productivo, que de verdad se pueda considerar generador de empleo. Que de verdad pueda ser ejemplo de apertura de nuevos mercados. Ni uno. De momento.
La lista de fracasos, eso sí, es larga. Tanto que se pierde en la bruma del olvido. Justo lo que es más peligroso. El biodiésel es el último ejemplo. Pero no el único. ¿Cuántas empresas han tenido ayudas públicas para luego no ponerse en marcha o cerrar. ¿Cuántos fondos han recibido? ¿Dónde está ese dinero? ¿Quién lo ha percibido? Que nos digan qué ha pasado. Si lo saben. Si les interesa. Y menos cuento. Que ya está bien.