Las brumas con las que el Ministerio de Fomento cubre el proyecto del ferrocarril al puerto exterior de Ferrol son un lastre tanto para la comunidad portuaria como para su entorno. Un flaco favor para dinamizar el mercado logístico local y la creación de empleo que puede llevar aparejado.
Desde el Gobierno central se reitera la necesidad de que los puertos de interés estatal, entre los que se encuentra el de Ferrol-San Cibrao, cuenten con una completa intermodalidad marítimo-terrestre. En otras palabras, que la vía marítima para la exportación e importación de graneles y mercancías esté bien complementada con conexiones terrestres a vías de alta capacidad como autovías y autopistas y también a la red general ferroviaria. Ferrol cumple la primera condición. No la segunda.
Más allá de que el convoy sea determinante para que la terminal internacional de contenedores del puerto exterior pueda ser realmente relevante, la falta de compromiso que está demostrando Fomento afecta a la comercialización de los muelles locales como punto neurálgico para la fachada atlántica del sur de Europa. Navieras, armadores y grupos empresariales y logísticos son conscientes de que sin tren el área de influencia terrestre del puerto es mucho menor que con convoy. Un gran hándicap para ampliar líneas de negocio.